sábado, 19 de agosto de 2017

Violencia y política

Si todos fuésemos buenos no haría falta policía, ni cárceles. Porque las calamidades serían fenómenos naturales o distracciones. Simples accidentes. Como un tsunami o un conductor que se duerme al volante, el pobre.
Si todos fuésemos buenos, el Estado debiera limitarse a avisar del tsunami y hacer prevención. Y los ciudadanos, a poner velitas y a llorar.

Pero si hubiese alguien malvado, el Estado debiera pararle los pies. Con contundencia. Con violencia si hace falta. El Estado tiene el monopolio de la fuerza para defender a los ciudadanos.

Si el Estado no cumple, pierde su razón de ser. Pone en peligro la tranquilidad (cada uno podría pensar que, puesto que el Estado no me defiende, me defiendo yo) y pone en peligro el propio marco cultural que nos ha costado siglos de esfuerzo.
Quienes ostentan la representación política son responsables. Por ignorancia, pereza o cobardía. No como quienes atacan sino como quienes no defienden, acogen y amparan al enemigo en tiempo de peligro.

Algo de esto le entiendo a Ortega. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«La civilización no es otra cosa que el ensayo de reducir la fuerza a ultima ratio»


Ortega y Gasset, La rebelión de las masas

jueves, 17 de agosto de 2017

El opinador

Algunos piensan que (sos)tener una opinión es suficiente.
Como si no hubiese opiniones estúpidas y aberrantes.
Como si (man)tener una opinión eximiese al opinador de dar razones de su sensatez y, mucho más allá, del respeto a quien opina de otro modo.
Puede verse una pista de por qué esto es así en lo que dice Ortega, si lo entiendo bien. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«El hombre medio se encuentra con «ideas» dentro de sí, pero carece de la función de idear».


Ortega y Gasset, La rebelión de las masas

miércoles, 16 de agosto de 2017

Conócete a ti mismo

Conocerse a sí mismo podría ser una distracción que no ha de tomarse en serio. Un entretenimiento, como determinar si el huevo es antes o después que la gallina.
También podría ser un reto. Una invitación a hacer de la propia vida algo valioso.
Difícil asunto si juzgamos por los resultados. O algo de esto podría entendérsele a Ortega. Y ahí lo dejo. Por si interesa:


«Nos encontramos, pues, con la misma diferencia que eternamente existe entre el tonto y el perspicaz. Éste se sorprende a sí mismo siempre a dos dedos de ser tonto; por ello hace un esfuerzo para escapar a la inminente tontería, y en ese esfuerzo consiste la inteligencia. El tonto, en cambio, no se sospecha a sí mismo: se parece discretísimo, y de ahí la envidiable tranquilidad con que el necio se asienta e instala en su propia torpeza»


Ortega y Gasset, La rebelión de las masas

lunes, 14 de agosto de 2017

Sentir y ser

Lo que sentimos y deseamos pone sobre el tapete de la conciencia lo que somos. Para que sea manifiesto a quien quiera mirar, empezando por el propio sujeto sintiente que diría Zubiri.
Y así se facilita la comprensión, que no es poca cosa conocerse a sí mismo. Y así se favorece la rectificación y mejora cuando ha lugar.
Y quizá por eso Ortega dice lo que dice, si lo entiendo bien. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«El hombre-masa se siente perfecto. Un hombre de selección, para sentirse perfecto, necesita ser especialmente vanidoso, y la creencia en su perfección no está consustancialmente unida a él, no es ingenua, sino que llega de su vanidad, y aun para él mismo tiene un carácter ficticio, imaginario y problemático. Por eso el vanidoso necesita de los demás, busca en ellos la confirmación de la idea que quiere tener de sí mismo. De suerte que ni aun en este caso morboso, ni aun «cegado» por la vanidad, consigue el hombre noble sentirse de verdad completo».


Ortega y Gasset, La rebelión de las masas

jueves, 10 de agosto de 2017

Elitismo para todos

Siempre ha habido gente excelente y gente del montón. Nada nuevo bajo el sol por aquí.
Pero siempre el hombre excelente ha tenido conciencia de su superioridad. Fruto de su esfuerzo y sus dotes. Y de su responsabilidad.
Y quien no lo era reconocía en el otro una superioridad envidable.

¿Es posible que el hombre superior se avergüence hoy de su excelencia?
Eso podría deducirse del movimiento al que alude Ortega, si yo lo entiendo bien. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

el hombre-masa actual «es tan masa como el de siempre, pero quiere suplantar a los excelentes»

Ortega y Gasset, La rebelión de las masas

miércoles, 9 de agosto de 2017

Para que valga la pena, con perdón

Titulaba la última entrada "¿Valdrá la pena?".  Mil perdones: error mío.

La cuestión no es si la vida valdrá o no la pena. La cuestión es cómo hay que vivirla para que valga la pena. Así lo plantea Platón.
Y quienes aciertan con el cómo, tienen una vida excelente. Porque así, con excelencia, fuerza, brío, es como se vive para que valga la pena. Eso, en griego, se dice areté y, como sabe Rubén, los latinos lo traducen como virtus. Será por palabras… Y dicen los sabios, Aristóteles el primero, que la virtud es condición necesaria, imprescindible, pero no suficiente.

Otros lo plantean... o lo sienten y lo viven de otros modos. Entre estos los hay que discurren con más dulzura que angustia, que de todo hay, pero, al decir de Aristóteles, más que vivir "son vividos".

¿Vale la pena?

Cómo hay que vivir de manera que la vida valga la pena ser vivida. Una cuestión antigua. Aparece ya en Platón. Y volvemos a leerlo en Camus porque sigue interpelando a los mejores: ¿Será posible dotarse a sí mismo de ese estilo de vida?, ¿Seremos capaces de sentirnos orgullosos de la vida que vamos viviendo?
Quizá algo de esto late en lo que dice Ortega. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«La nobleza se define por la exigencia, por las obligaciones, no por los derechos. Noblesse oblige».


Ortega y Gasset, La rebelión de las masas

martes, 8 de agosto de 2017

El hombre y su tiempo

Algunos viven según la moda. Hacen y sienten lo que cualquier otro de su tiempo. Carecen de impulso interior propio. Una mera concreción del espíritu del tiempo, que diría Hegel.
Otros toman conciencia de su excelencia, de sus mejores posibilidades. Y su vida es un afán para realizarlas, para hacerlas reales, para hacerse admirables. Un respeto a sí mismos, que diría Kant.
Y mucho mejor lo dice Ortega, si lo entiendo bien. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«el hombre selecto o excelente está constituido por una íntima necesidad de apelar de sí mismo a una norma más allá de él, superior a él, a cuyo servicio libremente se pone».


Ortega y Gasset, La rebelión de las masas

domingo, 6 de agosto de 2017

Masa y civilización

La vehemencia con la que embisten algunos es síntoma de que su fuerza interior, sus convicciones, son vigorosas.
Eso no significa que sean certeras. Ni que la acción que brota de ahí suponga una mejora.
Algo de esto le entiendo a Ortega. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«En los motines que la escasez provoca suelen las masas populares buscar pan, y el medio que emplean suele ser destruir las panaderías. Esto puede servir como símbolo del comportamiento que, en más vastas y sutiles proporciones, usan las masas actuales frente a la civilización que las nutre».


Ortega y Gasset, La rebelión de las masas

Necesidad, deseos y caprichos

El deseo es la traducción subjetiva de la necesidad: lo que necesito lo siento como un deseo.
La potente imaginación humana es capaz de crear mil necesidades. Por eso, el deseo también puede ser sólo un capricho.
Madurar es, entre otros aspectos, ser capaz de dominar la imaginación, y los caprichos.
Y algo de esto le entiendo a Ortega. Ahí lo dejo, por si interesa:

«Mimar es no limitar los deseos, dar la impresión a un ser de que todo le está permitido y a nada está obligado».


Ortega y Gasset, La rebelión de las masas

viernes, 4 de agosto de 2017

Madurez o modernidad

Se ha dicho que el pensamiento medieval es un pensamiento "mágico". Como una crítica lo dicen.
El pensamiento moderno no es mágico, es pueril. Narcisista como un niño que aún no ha madurado. Como una descripción lo digo.
Ni todo tiempo pasado fue mejor ni toda innovación es una mejora.
Y ahí dejo lo que dice Ortega. Por si interesa:


«del hombre-masa actual dos primeros rasgos: la libre expansión de sus deseos vitales —por lo tanto, de su persona y la radical ingratitud hacia cuanto ha hecho posible la facilidad de su existencia. Uno y otro rasgo componen la conocida psicología del niño mimado».

Ortega y Gasset, La rebelión de las masas

Mera cultura

Es propio de niños asumir todo lo que se les da como un derecho. Todo: la comida, la ropa, el afecto, la lengua, la educación… la vida, en suma. Con su dimensión biológica y su elevación cultural.
Y está bien que los niños se nutran de ese líquido amniótico. Para que crezcan y se fortalezcan protegidos. Está bien que el niño sea infantil... porque es niño.
Ese infantilismo es letal cuando se mantiene en adolescentes y gentes de más edad.
Así lo ve Ortega, si lo entiendo bien. Y ahí lo dejo, por si interesa:

«el hombre vulgar, al encontrarse con ese mundo técnica y socialmente tan perfecto, cree que lo ha producido la naturaleza, y no piensa nunca en los esfuerzos geniales de individuos excelentes que supone su creación. Menos todavía admitirá la idea de que todas estas facilidades siguen apoyándose en ciertas difíciles virtudes de los hombres, el menor fallo de los cuales volatilizaría rápidamente la magnífica construcción».


Ortega y Gasset, La rebelión de las masas.

jueves, 3 de agosto de 2017

Masa y poder

El poder es sinónimo de fuerza. Debiera serlo también de autoridad.
La masa es fuerza, poder ciego. Atropella cuanto se pone en su paso. Tanto tonto útil que los pícaros saben encauzar.
Con permiso de Canetti, es lo que da de sí la masa y el poder. Y quizá por eso Ortega dice lo que dice. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«Así ha sido siempre el poder público cuando lo ejercieron directamente las masas: omnipotente y efímero. El hombre-masa es el hombre cuya vida carece de proyectos y va a la deriva. Por eso no construye nada, aunque sus posibilidades, sus poderes, sean enormes».


Ortega y Gasset, La rebelión de las masas.

martes, 1 de agosto de 2017

El niño y el éxito

El niño dice que ve al rey desnudo.
Los expertos en medrar del engaño, no.
¿Se creerán la falsedad o se despreciarán?
A eso le llaman realismo y pragmatismo. Y traje a lo del rey. Será por nombres…

Vida y libertad

Estar vivo significa participar en un movimiento, un proceso hacia sí mismo y la plenitud, si hemos de fiarnos de Aristóteles. Y así van los seres vivos, desde la ameba al elefante.
El hombre también. Eso sí, el hombre lo sabe. Sabe que hay una plenitud que le es propia y única. Que le está esperando como un ideal. Que necesita de su decisión para hacerse real. Para hacerlo real. El hombre lo sabe y vive bregando para realizar una existencia superior. O mira para otro lado y se funde en la masa, que también podría ser.
Y no es lo mismo. O algo de esto podría leerse en Ortega, si lo entiendo bien. Y ahí lo dejo. Por si interesa:


«Vivir es sentirse fatalmente forzado a ejercitar la libertad, a decidir lo que vamos a ser en este mundo».


Ortega y Gasset, La rebelión de las masas.