miércoles, 11 de junio de 2025

Del espacio habitado al lugar amado

 Del espacio habitado al lugar amado

 

A propósito de Barraca, J., De la vivienda al hogar. Cuatro relatos con su epílogo para un edificar y un habitar humanista, Ed. Ygriega, Madrid, 2025.

 

 


 

Manuel Ballester

 

 

Hay libros que se leen y otros que se habitan. Como ciertas casas, estas obras no se limitan a ofrecer cobijo intelectual o refugio estético: aspiran a ser hogar. El último libro de Javier Barraca pertenece a esta categoría. No es sólo una lectura sobre la vivienda. Es una reflexión poética, filosófica y literaria sobre el habitar humano.

El autor, ya conocido por su novela Persona y su ensayo narrativo Perdón, vuelve a abordar, mediante la forma del relato, los grandes temas de siempre: la verdad, la libertad, la dignidad, el amor. Y lo hace desde un escenario aparentemente sencillo, casi doméstico: los espacios que habitamos. Pero no hay que engañarse. En Barraca, el espacio siempre es símbolo, y la casa es algo más que arquitectura: es eco, recuerdo, presencia, promesa.

El libro se compone de cuatro relatos y un epílogo. La forma breve, que ya empleó con eficacia en sus obras anteriores, permite una lectura ágil, sin que por ello se pierda profundidad. En Perdón recorríamos las estancias del alma herida; en Persona, el despertar interior ante el simulacro colectivo. En De la vivienda al hogar, Barraca nos invita a redescubrir lo íntimo, lo esencial, lo que da calor a las paredes: “las personas que quiero” –responde un personaje, con voz serena y honda– “sin ellas, este espacio rebosante de lujo me parece frío, inhóspito, desangelado”.

El tono general del libro recuerda, más que a una denuncia, a una epifanía. Como quien acaricia una herida con palabras, el autor nos recuerda que no hay hogar sin vínculo, ni dignidad sin arraigo. No es casual que resuenen aquí las voces de Saint-Exupéry o de Buber, ni que se invoque la profunda verdad de que “el hombre es un nudo de relaciones”.

Barraca no esconde que vivimos tiempos inhóspitos. Lo mismo sugería en Persona, donde un personaje leía y escribía como forma de resistir al totalitarismo blando de las buenas intenciones institucionales. Ahora nos presenta otros modos de resistencia: la ternura, la atención, la creación de un espacio donde pueda decirse nosotros. “Ojalá encuentres algún día la estancia irrepetible que anhelas, el hogar absolutamente idóneo de tus sueños”, leemos en otro pasaje.

Este libro habla de casas, pero no va de arquitectura. Habla de hogares, pero no sólo de lo doméstico. Su tema es la humanidad del espacio y el espacio de lo humano. En tiempos donde el mercado inmobiliario reduce el hogar a inversión, Barraca recuerda que el habitar es una forma de relación y, en última instancia, de salvación. Porque, como ya intuía Hölderlin, donde está el peligro, también está lo que puede salvarnos.

No es casual, tampoco, que el libro termine con una reflexión sobre el lenguaje. El modo en que nombramos nuestras actividades les otorga o les niega dignidad: “yo, que simplemente invento unas pequeñas historias, puedo ser un escritor; y tú, una agente inmobiliaria profesional”. El lenguaje, como el espacio, puede humanizar o deshumanizar.

Y así, entre relatos sencillos y epílogos densos, Barraca nos ofrece un texto breve pero lleno de ecos. En cierto sentido, vuelve sobre sus pasos: el despertar de la conciencia en Persona, la profundidad del vínculo en Perdón, y ahora el espacio donde esos despertares y vínculos pueden tener lugar: el hogar. Un hogar que, por imperfecto que sea, se construye en el amor, la memoria y la esperanza.


Publicado en la revista Letras de Parnaso, nº 92 (Junio 2025), pp. 118-119:

Enlace Revista (formato PDF para imprimir)

http://www.los4murosdejpellicer.com/EdicionesyPortadasPD/Edicion%2092%C2%A9.pdf

Enlace Revista (visualización en línea formato libro)

https://www.calameo.com/read/000552592cb43800dd242


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