Jacob Böhme y el misterio del alma
El filósofo que fue zapatero
Jacob Böhme es uno de
esos autores que muchos citan pero pocos leen. Sin embargo, su eco resuena en
nombres tan diversos como Goethe, Hegel, Newton, María Zambrano o Unamuno. ¿Qué
hace que este zapatero místico, sin formación académica, haya dejado
una huella
tan profunda?
Tal vez, precisamente
eso: que no ofrecía un sistema, sino una experiencia. No se trata de
comprenderlo sólo con la razón, sino con la vida entera.
El Ungrund: cuando lo más hondo
no tiene fondo
En el corazón de su
pensamiento está el Ungrund, el
“sin-fondo”, lo que no puede decirse, pero está en el origen de todo. No es
ser, ni no-ser. Es libertad pura. Una nada fértil. Un misterio radical del que
brotan fuego y luz, cólera y dulzura, mal y amor.
Böhme se atreve a
pensar lo impensable: si Dios tuviera un principio, ese principio sería
libertad. Y de ahí nacerían los opuestos, no como errores, sino como tensión
fecunda. La oscuridad no se elimina: se transforma.
Una escalera hacia el corazón de Dios
“No pretendas
entenderme, sígueme por la escalera que lleva al corazón de Dios”, escribe
Böhme. La suya no es una teología de manual. Es una invitación a despertar, a una mística de los ojos
abiertos.
Para él, todo en el
mundo es símbolo. Todo tiene cuerpo, fuerza y espíritu. Nada está vacío. Cada
piedra, cada flor, cada gesto cotidiano es un espejo del alma y un eco de lo
divino.
La presencia que se retira
Como en los grandes
místicos, hay en Böhme una doble tensión: la presencia y la ausencia. La
divinidad puede revelarse en una hoja, en una mirada… pero también esconderse
durante años. No para castigar, sino para hacer madurar al alma.
Su teología está llena
de imágenes vivas: la escalera, el jardín, el corazón, la novia perdida
(Sofía). No para decorar, sino para guiar al lector a un tipo de conocimiento
que no es abstracto, sino transformador.
¿Para qué sirve leer a Böhme hoy?
Tal vez para recuperar
el asombro. Para aprender a ver más allá de las categorías. Para reconciliarnos
con nuestra complejidad interior, con ese fuego que no siempre sabemos nombrar.
O, simplemente, para recordar que lo más esencial no siempre se enseña: se revela.
Una conversación con Francisco Martínez Albarracín
Este texto nace tras una conversación con Francisco Martínez Albarracín, filósofo y traductor, responsable de la primera versión completa en español del Mysterium Magnum. Paco conoce a fondo el alma de Böhme y sabe transmitirla con la humildad de quien ha caminado por dentro. Su testimonio, lleno de sabiduría y ternura, es parte del episodio que puedes ver en el canal Tinta y Caos.
Puede verse el Encuentro completo en youtube:
https://youtu.be/j5KX3HHL-Mc
y también oírlo en Spotify:
https://n9.cl/ux4td