Gilgamesh se va de fiesta
Manuel
Ballester
Cuando Napoleón regresó de
su exilio en la isla de Elba desembarcó en una Francia hostil. Todo un ejército
se disponía a apresar a un hombre prácticamente solo. Bastó una mirada a los
generales que habían jurado detenerlo para que todos se le sometiesen.
Con este hecho ilustra
Gustave Le Bon el apartado que en su libro Psicología
de las masas dedica a estudiar uno de los medios para guiar a las masas. Se
trata del prestigio.