Naufragar y recomenzar: Lecciones desde la isla
A veces la vida se rompe. Personas en las que confiábamos
nos fallan. Proyectos en los que pusimos ilusión se derrumban. Nos sentimos
fracasados. Lo que ocurre entonces no es sólo tristeza: es desorientación,
pérdida de sentido. No sabemos cómo hemos llegado ahí. Mucho menos, cómo salir.
La literatura ha ofrecido muchas metáforas para describir
ese colapso: el desierto del Principito, la selva oscura de Dante... Pero pocas
son tan potentes como la del náufrago. En ese símbolo se concentran tanto la
caída como la posibilidad de reconstrucción. Porque si naufragar es humano,
también lo es pensar, discernir, decidir cómo seguir.