En el capítulo anterior Pinocho pide ayuda. No la merece y
él lo sabe. Cabalmente, no le auxilian ya que está en condiciones de cubrir sus
necesidades trabajando. Así se lo espetan, con distintos tonos, diversos personajes.
Aparece entonces una misteriosa mujercita. Tampoco le da
limosna, también le recuerda su deber. Pero introduce un matiz significativo
que supone un progreso: consigue que Pinocho quiera trabajar y, efectivamente,
gane su pan cumpliendo con su deber.