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martes, 5 de noviembre de 2013

18. Acchiappa-citrulli, la ciudad de Atrapa-bobos



Jaime Ballester (2013)

Al mentir al Hada, Pinocho deforma su auténtico ser. El cuerpo se niega a ser solidario con el engaño. Su rostro se desfigura con una enorme nariz que no para de crecer y le impide escabullirse.

Pinocho llora de vergüenza y angustia. Y el Hada lo deja así mucho tiempo, permite que se acerque a la desesperación, «para darle una severa lección y para corregirle el feo vicio de decir mentiras, el vicio más feo que puede tener un niño». En el capítulo 8 vimos una situación parecida y una actitud similar por parte de Geppetto. Hay quienes intentan aprovecharse de Pinocho, robarle e incluso matarlo, pero sólo el Hada y Geppetto lo conducen al horror de la desesperación. Ante ellos y sólo ante ellos, Pinocho experimenta la posibilidad de una pérdida total.

martes, 7 de mayo de 2013

11.3. El estornudo de Comefuego








Comefuego era buena persona. Por eso,

«cuando vio delante de sí a Pinocho […] empezó a conmoverse y apiadarse de él».

Quedó indicado que los sentimientos son respuestas de nuestro modo de ser ante algo que ocurre. En cuanto que constituyen el modo en que experimentamos algo, son inevitables, es decir, involuntarios. Pero conviene recordar que la voluntariedad y su correlato, la razón, son lo que nos constituye en quienes somos.

martes, 30 de abril de 2013

11.2. El titiritero sentimental


Jaime Ballester (2013)



«El titiritero Comefuego (ese era su nombre) parecía un hombre espantoso… pero, en el fondo, no era mala persona».
En el capítulo anterior vimos al titiritero actuando como cualquier otro titiritero. Realizaba los quehaceres que cabe esperar de todos los titiriteros: poner orden en el teatro, coordinar las funciones de los títeres o, lo que es lo mismo, organizar el sistema compuesto por él mismo, los títeres y el público.