lunes, 13 de mayo de 2024

Sosiego y presente

El tiempo pasa igual para todos. Pero cada uno lo vive a su manera. Unos añoran el pasado, otros se agotan por el futuro y hay quien goza lo que hay.

Algo de esto le entiendo a Houellebecq cuando dice:

«La eternidad de la infancia es breve, pero él no lo sabe todavía»

Houellebecq, Las partículas elementales, I, 5

viernes, 10 de mayo de 2024

Comprender la vida

Los hechos aislados no dicen nada. La mente humana tiene estructura narrativa: entendemos las cosas del mundo y de la vida cuando las insertamos en una narración, un relato: ahí está y se expresa el sentido, que es de lo que se trata.

Por ahí va Houellebecq, si lo entiendo bien:

«El relato de una vida humana puede ser tan largo o tan breve como uno quiera»

Houellebecq, Las partículas elementales, I, 4

miércoles, 8 de mayo de 2024

Renovarse

A veces la vida es compasiva con nosotros y nos avisa de que algo importante no va bien. Aún hay tiempo.

Algo de esto le entiendo a Houellebecq cuando escribe:

«encontró una foto tomada en su escuela primaria de Charny; y se echó a llorar. El niño, sentado ante el pupitre, tenía un libro de clase abierto en las manos. Miraba al espectador sonriendo, lleno de alegría y valor; y este niño, por incomprensible que pareciese, era él»

Houellebecq, Las partículas elementales, I, 3.

lunes, 6 de mayo de 2024

Grandeza y anhelos

En nuestro interior bullen multitud de sensaciones y aspiraciones, sentimientos y pasiones, deprimentes y maravillosos, amor y odio. Quien lo probó, lo sabe.

Quizá la a cuestión esencial sea cómo gestionamos todo eso o, como dirían los clásicos, qué forma le damos a esa materia.

Algo de esto le entiendo a Jacobsen cuando dice:

«incluso los sueños más hermosos, incluso los deseos más profundos no acrecientan ni en una pulgada la talla del espíritu»,

Jens Peter Jacobsen, Niels Lyhne, trad. Ana Sofía Pascual, Narrativa del Acantilado, Barcelona, 2003, p. 10.

viernes, 3 de mayo de 2024

Mayoría y sentido de la vida

En la época de las masas en que vivimos, son las mayorías quienes dictan qué tiene valor y qué carece de interés.

Salvo que uno piense (y ya no sea masa) y guíe su vida por otros derroteros.

Quizá a la mayoría no le extrañe lo que dice Houellebecq:

«¿Y por qué es necesario justificar una vida? La totalidad de los animales y una aplastante mayoría de los hombres viven sin sentir nunca la menor necesidad de justificación. Viven porque viven y eso es todo; así es como razonan; luego supongo que mueren porque mueren, y con eso, a sus ojos, acaba el análisis»,

Houellebecq, Sumisión, 45.

jueves, 2 de mayo de 2024

Vivir y morir por el ideal

Cuesta tomar decisiones drásticas sea para cortar con situaciones odiosas, sea para obligarse a ser coherente con la propia grandeza. Sea para huir o para mantenerse.

Pero, aunque teóricamente es más fácil, ocurre que cuesta aún más caminar por la vida a la luz de la grandeza, dando la espalda a lo que nos desorienta.

Platón decía que la perfección no era de este mundo. Y algo de eso le entiendo a Hesse cuando dice:

«Solía pensar mucho en por qué era tan extremadamente raro que una persona fuera capaz de vivir por un ideal. Ahora me doy cuenta de que muchas personas, de hecho todas, son capaces de morir por un ideal;

Früher hatte ich viel darüber nachgedacht, warum so äußerst selten ein Mensch für ein Ideal zu leben vermöge. Jetzt sah ich, daß viele, ja alle Menschen fähig sind, für ein Ideal zu sterben»,

Hesse, H., Demian, 199-200.