En la época de las masas en que vivimos, son las mayorías quienes dictan qué tiene valor y qué carece de interés.
Salvo
que uno piense (y ya no sea masa) y guíe su vida por otros derroteros.
Quizá a
la mayoría no le extrañe lo que dice Houellebecq:
«¿Y por
qué es necesario justificar una vida? La totalidad de los animales y una
aplastante mayoría de los hombres viven sin sentir nunca la menor necesidad de
justificación. Viven porque viven y eso es todo; así es como razonan; luego
supongo que mueren porque mueren, y con eso, a sus ojos, acaba el análisis»,
Houellebecq,
Sumisión, 45.
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