A veces la vida es compasiva con nosotros y nos avisa de que algo importante no va bien. Aún hay tiempo.
Algo de
esto le entiendo a Houellebecq cuando escribe:
«encontró
una foto tomada en su escuela primaria de Charny; y se echó a llorar. El niño,
sentado ante el pupitre, tenía un libro de clase abierto en las manos. Miraba
al espectador sonriendo, lleno de alegría y valor; y este niño, por
incomprensible que pareciese, era él»
Houellebecq,
Las partículas elementales, I, 3.
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