martes, 19 de noviembre de 2024

Amor: regalo y tarea

 




El amor tiene buena prensa. Merecidamente, sin duda.

Tiene algo de cielo y de infierno; y también de purgatorio… tiene, por tanto, un poco de todo; es sublime siempre y, a veces, penoso.

Es un regalo que recibimos sin merecerlo, como la flecha que nos lanza Cupido y nos llena de deseo; pero es también una tarea, una decisión firme. Es, por tanto, camino y destino, tierra y cielo.

Quizá por eso el amor nos atrae y nos desconcierta. No es sólo deseo ni sólo tarea esforzada; es una paradoja viva que nos impulsa a seguir adelante, soñando con ese cielo que creamos al compartir el camino. 

Está compuesto de voluntad (hay que querer) y de impotencia (hay que ser amado).

Es este delicado equilibrio entre querer y ser querido lo que da al amor su fuerza y su fragilidad. No podemos exigirlo ni apropiárnoslo; sólo podemos esperarlo y vivirlo agradecidamente, confiando en que, al entregarnos, transformaremos cada paso en un reflejo y un camino hacia el cielo. 

Algo de esto me sugiere José Alfonso Romero Pérez-Seguín cuando dice:

 

“quiero ir contigo allí donde vayas,

Y que allí donde vayas sea el cielo”

 

José A. R. Pérez-Seguín, Como flores de almendro


lunes, 18 de noviembre de 2024

Más allá del montón

 




Pertenecer a la raza humana es, en cierto sentido, ser uno más, uno del montón.

En cierto sentido, eso es verdad; pero es una verdad que no nos satisface. Nos parece, más bien, que la verdad es más amplia, más rica. Es más, lo mejor de nuestra verdad queda fuera de la realidad de nuestra pertenencia a la especie humana.

Junto a eso, sin negarlo, se alza una idea hermosa, evocadora, verdadera: cada uno es único. Así nos sentimos íntimamente.

Los enfoques existencialistas que acentúan la individualidad y la responsabilidad personales toman ahí su punto de apoyo. El sentido individual de cada vida se configura entonces lejos de la pertenencia a la especie y se acerca a un proceso de auto-descubrimiento que algunos aproximan a la auto-creación.

Algo de esto le entiendo a Hesse cuando afirma que cada persona es «un intento precioso y único de la naturaleza; deren jeder ein kostbarer, einmaliger Versuch der Natur ist»,


Hesse, Demian.


jueves, 7 de noviembre de 2024

Voces vacías ante el desastre



En la vida de los individuos y de los pueblos, los desastres ocurren inevitablemente; el verdadero reto radica en cómo se afrontan.

Juan Rulfo en El día del derrumbe describe cómo, tras un desastre, un político (el gobernador) acude a la zona afectada para alentar a la población y pronuncia un discurso que refleja su desconexión con la realidad:

«Hoy estamos aquí presentes, en este caso paradojal de la naturaleza, no previsto dentro de mi programa de gobierno…», El día del derrumbe, 213

El gobernador ha ido al lugar siniestrado únicamente para cumplir con su papel de autoridad, pronunciando palabras que evidencian su distancia y su indiferencia ante el sufrimiento real. Su lenguaje altisonante y vacío se convierte en símbolo de la indiferencia burocrática: en lugar de reconfortar o movilizar a quienes sufren, su discurso se percibe como una formalidad, un acto ceremonial carente de sentido para aquellos que padecen las consecuencias del derrumbe.

La figura del gobernador en Rulfo me recuerda las críticas de Kafka a la burocracia como un sistema autorreferencial y alienante, que termina por transformarse en una estructura en la que el cumplimiento de reglas y protocolos se impone sobre las necesidades humanas. Al igual que en las obras de Kafka, la burocracia en Rulfo aparece como una entidad autocomplaciente y absurda, cuyos representantes, aislados en su propia lógica, muestran una desconexión casi caricaturesca con la realidad.

Así, Rulfo y Kafka coinciden en señalar que la burocracia, en lugar de ser un medio de apoyo y protección para la sociedad, se transforma en un fin en sí misma: una red que encierra y sofoca a los individuos con sus propios rituales y discursos vacíos. La ironía de Rulfo, como la de Kafka, es una denuncia de un sistema que, en su aparente solidez y orden, es incapaz de responder a las necesidades reales de las personas. Con su "programa de gobierno", el gobernador, se convierte en un personaje trágicamente cómico, atrapado en una maquinaria que lo desvincula de la realidad, transformándolo en un actor más en el teatro burocrático, donde la apariencia de orden importa más que el bienestar de los ciudadanos.

miércoles, 6 de noviembre de 2024

La autoridad en tiempos de crisis



Los desastres han acompañado siempre a la humanidad. Juan Rulfo, en su cuento El día del derrumbe, rememora una de esas calamidades, reflejando tanto la reacción de la gente como la de sus dirigentes.

Cuando un lider tiene autoridad y prestigio (además de poder y mando), su sola presencia consuela y da esperanza. O algo de esto le entiendo a Rulfo cuando dice:

“Todos ustedes saben que nomás con que se presente el gobernador, con tal de que la gente lo mire, todo se queda arreglado. La cuestión está en que al menos venga a ver lo que sucede, y no que se esté allá metido en su casa, nomás dando órdenes. En viniendo él, todo se arregla, y la gente, aunque se le haya caído la casa encima, queda muy contenta con haberlo conocido”,

Rulfo, El día del derrumbe en El llano en llamas, 211.

jueves, 31 de octubre de 2024

Azorín, modernidad y voluntad

 




Azorín, modernidad y voluntad

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

El año 1902 conoció la publicación de cuatro novelas destacables: Sonata de otoño (Valle-Inclán), Amor y pedagogía (Unamuno), Camino de perfección (Pío Baroja) y La voluntad (Azorín). Buena parte de las dos últimas transcurren en Yecla.

En el presente texto nos centraremos en La voluntad. El autor firma como José Martínez Ruíz. El personaje central es Antonio Azorín, todo un símbolo; de su época, de su generación, del modo de ver el mundo de su autor; de ahí que más adelante Azorín sea adoptado como seudónimo. Incluye la novela una serie de cartas de gran interés dirigidas a Pío Baroja.

En La voluntad late el espíritu de la generación del 98, la sombría concreción española del pensamiento típico de la modernidad. Sus personajes respiran el aliento de Schopenhauer o Nietzsche, que es tanto como decir que por sus páginas late una comprensión de la vida humana construida desde la singularidad. Porque si la razón nos hace vivir un mundo común (lo que el pensamiento entiende lo entiende para todo ser pensante), respecto a la impulsividad y la afectividad (a la voluntad, en suma) ocurre que cada uno tiene la suya.

miércoles, 16 de octubre de 2024

Ser Adulto: Entre la Independencia y la Gratitud

 


Ser adulto implica adquirir la capacidad de gestionar la propia vida, tomar decisiones por uno mismo y dirigir el propio camino. En otras palabras, la madurez va de la mano de la independencia y de la habilidad para cumplir los propios objetivos.

Por el contrario, la infancia está marcada por la necesidad del otro, por la dependencia. Esto nos coloca en una constante deuda, o dicho de otro modo, en un estado permanente de gratitud y apertura.

Algo de esto le entiendo a Chesterton cuando dice que


"La prueba de la felicidad es la gratitud;
The test of all happiness is gratitude; and I felt grateful, though I hardly knew to whom.",

Chesterton, Ortodoxia, IV: Ética en el país de los elfos.

jueves, 10 de octubre de 2024

Fructificar en tierra baldía





Cada uno de nosotros recibe dones distintos. Hay personas mejor dotadas, sin importar el tipo de don del que hablemos. Lo que hemos recibido no es para guardarlo, sino para ponerlo en juego, para hacerlo fructificar. Esa es nuestra tarea, nuestra misión en la vida.

Materia y forma, diría Aristóteles. Poco podemos hacer respecto a lo que se nos ha dado (más allá, quizá, de mostrar gratitud). Sin embargo, podemos hacerlo todo con lo que se nos da, ya sea un vergel o una tierra yerma, un tepetate, como menciona Rulfo:

«A nosotros nos dieron esta costra de tepetate para que la sembráramos»,

Rulfo, El llano en llamas; «Nos han dado la tierra», p. 114.