Un hombre sincero en la corte de un príncipe es un hombre
libre entre esclavos. Aunque respete al Soberano, la verdad, en su boca, es
siempre soberana y, mientras que una multitud de cortesanos es el juguete de
los vientos que reinan y de tempestades que retumban en torno al trono, él está
firme e inquebrantable, porque él se apoya en la verdad, que es inmortal por su
naturaleza e incorruptible por su esencia.
Montesquieu, Elogio de la sinceridad.
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