sábado, 5 de noviembre de 2016

El sexo sentido, las personas y la chusma






El sexo sentido, las personas y la chusma




Manuel Ballester


Leo que se ha constituido en Murcia la asociación Libertas. Al parecer se sienten molestos por una ley recientemente aprobada en la Asamblea Regional. Y han canalizado su sentir uniéndose para defender lo que sienten atacado: una visión de la familia estructurada sobre la relación sexual entre un hombre y una mujer. Y los hijos, que no hay dos sin tres.

La ley ante la que reaccionan regula la igualdad social LGTB y las políticas contra la discriminación por orientación sexual.

Con esos mimbres parece mentira que alguien pueda sentirse mal o que vea ningún ataque a nada. Claro que luego nos enteramos de que circula por Madrid una ley hecha con la misma horma y allí Cifuentes, lideresa del ala zapateril del PP, se ha desmelenado y se ha liado a sancionar a quienes no le ven el buenismo al asunto. No veo yo a Pedro Antonio desmelenándose. Por talante personal, digo, porque lo que es la letra de la ley sí que lleva aparejado un aparato punitivo de no te menees.

A estas alturas nadie está por discriminar por la condición sexual. Y nadie negará que todos han de ser tratados con respeto independientemente de que se sientan atraídos por los elfos del bosque o por los orcos del lado oscuro, que de todo hay en la viña del Señor según recuerda el Papa. Quizá ese común sentir explique que esta ley se haya aprobado por unanimidad, que se dice pronto.

Entonces, ¿dónde está el problema, si es que lo hay?

Tal como lo veo, el meollo del asunto es que, según sentencia la ley, lo que determina qué es cada uno no es aquello que estudiamos en biología (lo de XX y XY) y las tendencias psicoafectivas vinculadas con el sustrato genético sino los sentimientos o, por atenernos a la letra, no el sexo biológico ni siquiera el "constructo cultural de género" sino "el sexo sentido" (art. 25.4).

La ley prescribe que todo el mundo debe ser tratado tal como él diga que se siente. La ley ampara a las personas que, según los criterios anteriores, eran estigmatizadas como LGTB. Porque sí, porque tienen todo el derecho a sentirse y organizar su vida así. Y concreta, por ejemplo, que en los colegios ha de garantizarse "el acceso y uso de las instalaciones del centro de acuerdo con su identidad de género, incluyendo los aseos y los vestuarios" (Art. 25.4.d). Para entendernos, si una persona a la que la naturaleza ha provisto de pene afirmase sentirse mujer, usará el vestuario y los aseos de las chicas. Porque la ley lo ampara. Eso sí, a quien desampara es al eventual sentimiento adverso de alguna chica o de sus padres.

Porque no nos engañemos, la ley articula el asunto sobre los sentimientos. Pero genera la distinción entre sentimientos fetén y sentimientos puritanos, zafios y fóbicos. Hasta el punto que podría considerarse que se dota de libertad de movimiento, pensamiento y sentimiento a personas de nobles sentimientos a quienes ampara y pone una mordaza a la chusma prejuiciosa a la que hay que reeducar mediante la ingeniería social que impulsa esta ley. Normal que una asociación molesta con el talante de esta ley se llame Libertas.

Orwel, en su profética 1984, enseñó que mientras los antiguos tiranos se limitaban a controlar las acciones de los ciudadanos, los modernos totalitarismos aspiran a controlar los pensamientos. En esa línea, esta ley no sólo prohíbe que alguien (mal)trate a otro en función de su orientación sexual, sino que también penaliza que alguien piense y sienta fuera de lo que la ley manda. Y ya si es tan insolente como para pretender educar a sus hijos de ese modo, se le puede caer el pelo. Quizá por esto algunos piensan que esta ley vulnera la Constitución, que reconoce el derecho de los padres a educar a sus hijos según su visión del mundo y de la vida.

Por otra parte, que cualquier orientación sexual sea igual a cualquier otra se traduce en que esto es como los colores del arco iris, allá lidie cada cual con el suyo pero que no se le ocurra decir que hay colores mejores que otros porque por ahí no. Dicho en términos técnicos, salta por los aires el criterio de "normalidad" y así, al regular cómo se va a (re)educar a los niños en el cole dice que hay que proceder "eliminando los estereotipos de “normalidad” basados en la heterosexualidad" (art. 25.2).

Ya digo, según la ley lo mismo da la atracción por los enanitos verdes que por los pokémones. Ah, pero recuerden que al parecer hay quien se siente atraído por los niños… Como es sabido, Holanda ya cuenta con un partido partidario de legalizar la pederastia. A ver si la liamos por ese lado.

Estos y otros asuntos similares formarán parte de lo que se transmitirá en los colegios. Unos lo llaman formación, otros adoctrinamiento. En cualquier caso, vulnera la ley puesto que prescribe cuestiones de gran calado en el ámbito educativo sin haber recibido el preceptivo dictamen del Consejo escolar autonómico. Otra ilegalidad.

Ya que hablamos de leyes, no me resisto al divertimento de señalar un detalle que podría interesar a algún letrado. Pensemos en la ley del divorcio que despluma al marido. ¿Y si el fulano, en pleno proceso, se ve abocado a vivir bajo el puente y de pronto va y se siente mujer y se acoge a la ley de marras? Mujer y oprimida en su legítima manifestación de feminidad por su (ex-)compañera, a la que ahora podrá lógicamente acusar de violencia de género por haberla forzado a adoptar un rol masculino… En fin, son ideas…

Pero qué importa la Constitución, la normativa en materia educativa, discriminar a la inmensa mayoría de la gente por sus sentimientos de chusma retrógrada o algunas consecuencias inquietantes si todas sus señorías están de acuerdo.

Ah, la unanimidad. Resulta que todos los miembros y miembras del arca parlamentaria han hablado con una misma voz para expresar un común sentir, un pensamiento único. Y es sabido que pensamiento único es sinónimo de ausencia de pensamiento. Porque es raro que en una sociedad abierta, plural, no haya distintos posicionamientos. Lo que sostiene el liberalismo en el que estoy es, precisamente, que el Estado debe respetar los múltiples modos de sentir y valorar el mundo. Y por eso hay que llegar a acuerdos, buscar alianzas, ceder y conceder. Pero unanimidad en asuntos controvertidos sólo la hay en los totalitarismos. Claro que alguno de los parlamentarios mantienen una ideología totalitaria y sus votantes les aplaudirán con toda razón. Lo que no está claro es que harán los votantes de partidos que no sean totalitarios de suyo, aunque hayan actuado como perfectos toNtalitarios; igual se vuelven a sentir traicionados. Y tanto va el cántaro a la fuente…


¿Será por la singularidad de Cartagena? ¿Qué tendrán los vientos del Cantón? Parece que el mismo aire que le ha dado al alcalde más chulo de España ha soplado con fuerza sobre la Asamblea. !Vaya tropa!

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