"Matar al padre" es la
expresión freudiana para expresar esa necesidad que sentimos de tirar por la
borda todas las normas heredadas.
Es, sin duda, un momento
necesario para lograr la propia afirmación. Se rechaza la autoridad para establecer
los cauces de nuestra existencia desde nosotros mismos. Quizá sean los mismos principios,
pero no es lo mismo: ahora la decisión ha sido mía. Kant diría que se pasa de un comportamiento heterónomo a una actitud autónoma, o que se deja atrás la minoría de edad. Será por palabrás...
Podríamos
decir que ese proceso corresponde biográficamente con el momento de la rebeldía
adolescente. Se critica al padre, todo hay que decirlo, mientras el padre nos mantiene.
Y bien está, como queda
dicho, que el hombre pase por esa etapa.
Cuando no se supera y se
convierte no en una etapa pasajera sino en un modo estable de ser, entonces se requiere no sólo
que papá nos siga manteniendo de por vida sino que cuaja una personalidad
deforme, a medio hacer.
Algo de esto le entiendo
a Ortega. Y ahí lo dejo, por si interesa:
«El cínico, parásito de
la civilización, vive de negarla, por lo mismo que está convencido de que no
faltará. ¿Qué haría el cínico en un pueblo salvaje donde todos, naturalmente y
en serio, hacen lo que él, en farsa, considera como su papel personal? ¿Qué es
un fascista si no habla mal de la libertad, y un superrealista si no perjura
del arte?»,
Ortega
y Gasset, La rebelión de las masas.