El trajín de nuestras vidas facilita manejar cosas y, como
por contagio, tratarnos a nosotros mismos y a los demás como si se tratase de
cosas, despersonalizadamente. Facilita, es la tendencia dominante. Pero no impide
que algunos hagan un paréntesis y cultiven su interioridad, se humanicen y se
enriquezcan tratando a personas y disfruten usando las cosas, que todo podría ser.
Algo de esto le entiendo a Gabriel Zaid. Y ahí lo dejo, por
si interesa:
«Ante la disyuntiva de tener tiempo o cosas, hemos optado
por tener cosas. Hoy es un lujo leer a Sócrates, no por el costo de los libros,
sino del tiempo escaso. Hoy la conversación inteligente, el ocio contemplativo,
cuestan infinitamente más que acumular tesoros culturales», Los libros y la conversación, p. 111