viernes, 22 de noviembre de 2019

Leer y conversar


El trajín de nuestras vidas facilita manejar cosas y, como por contagio, tratarnos a nosotros mismos y a los demás como si se tratase de cosas, despersonalizadamente. Facilita, es la tendencia dominante. Pero no impide que algunos hagan un paréntesis y cultiven su interioridad, se humanicen y se enriquezcan tratando a personas y disfruten usando las cosas, que todo podría ser.

Algo de esto le entiendo a Gabriel Zaid. Y ahí lo dejo, por si interesa:

«Ante la disyuntiva de tener tiempo o cosas, hemos optado por tener cosas. Hoy es un lujo leer a Sócrates, no por el costo de los libros, sino del tiempo escaso. Hoy la conversación inteligente, el ocio contemplativo, cuestan infinitamente más que acumular tesoros culturales», Los libros y la conversación, p. 111

jueves, 21 de noviembre de 2019

Depuración y escritura


En la escritura que merece ser compartida con un público hay una vivencia que pugna por abrirse paso. Y un saber hacer.

Quizá sería imprudente, al menos, considerar que toda vivencia, todo impulso, toda pasión, merecen ser encauzados con maestría y expuestos a un lector ajeno.

La criba y depuración no atañe, entonces, sólo a la forma del texto. También el contenido requiere discernimiento.

Algo de esto parece decir Gabriel Zaid. Ahí lo dejo. Por si interesa:

«Los que se las saben todas pueden tomar cualquier impulso por su lado manejable, encauzarlo y escribir un poema redondo. De poemas que están bien, pero nada más, está lleno el mundo», Poemas fallidos, 101.

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Momentos de la escritura


En la escritura que no es mero amontonamiento de palabras hay un algo que se quiere decir y un estilo en el decir. El estilo es cuestión de estudio y decantación, de técnica y gracia, en suma; pero lo que se ha de decir, mejor si viene de las musas. Así, al final, todo es gracia.

Algo de esto le entiendo a Gabriel Zaid:

«El que escribe se desdobla en el impulso ciego y el lector crítico de su propio impulso», Poemas fallidos, en Leer, p. 99.

viernes, 15 de noviembre de 2019

Apertura y misterio


Nuestra inteligencia maneja relativamente bien los objetos. La ciencia rigurosa se centra precisamente en cualidades de la realidad que podemos abordar objetivamente.

Pero el hombre no es una cosa. O no sólo. El hombre es un misterio. Si ya nos cuesta entendernos a nosotros mismos, entender a los demás es más difícil aún. Quizá requiera apertura y una altura moral difícil de conseguir. Un misterio, un reto.

Quizá por eso Turguénev dice lo que dice. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«El hombre es capaz de comprender cómo se estremece el éter y lo que pasa en el sol, pero que un hombre se suene la nariz de distinto modo que él, eso le resulta incomprensible», Turguénev, I., Padres e hijos, cap. XXIII, p. 151.

jueves, 14 de noviembre de 2019

Trivialidad y sentido

Iván Turguénev tiene una obra cuyo título es ya muy expresivo: El hombre superfluo. El protagonista considera que si él no hubiese estado donde estuvo, si no hubiese hecho lo que hizo, todo habría resultado exactamente igual. Para justificar esa idea, relata su historia. Llena de contenido, por otra parte.
Quizá el tejido de nuestras vidas se componga de momentos fuertes y otros que permiten descansar, reorientar el curso de nuestras vidas. Pero si se descansa demasiado, no se avanza, se vive una vida confortable pero superflua, trivial. O algo de esto le entiendo a Turguénev:

«La aparición de notas triviales suele a menudo ser útil en la vida; debilita las notas demasiado agudas, disipa la presunción o el olvido de sí mismo, recordando el cercano parentesco que esos sentimientos tienen con la trivialidad», Turguénev, I., Padres e hijos.

martes, 12 de noviembre de 2019

Humanos de otros planetas




Nosotros y los humanos de otros planetas



Manuel Ballester


Señala acertadamente Aristóteles que la naturaleza humana es esclava en muchos aspectos. No hay modo de eludir el dolor (físico y moral), el peso de nuestra propia negligencia, el hastío y el cansancio. Y, finalmente, la muerte.

Esto es así. Pero, ¿podría ser de otro modo? Pudiera ser que nuestra interna rebelión, nuestro temor al dolor, nuestro temblor ante la muerte, estén motivados porque la vida es así pero sentimos en lo más íntimo que no debiera ser así.