Miller: Muerte del viajante iluso
Manuel Ballester
Hay palabras dotadas de un magnífico poder evocador. Viaje
es una de ellas. Porque alude como pocas a la esencia de la vida. La vida es un
viaje y la metáfora se hace sola. En ese sentido, señala Marcel que el rasgo
definitorio más básico del hombre es su carácter de homo viator.
Viajero es el turista que colecciona impresiones; es el vagabundo que deambula sin rumbo; es el peregrino al que sólo le importa la meta. Porque se puede viajar y vivir como Ulises, que sorteó mil penalidades para volver a su casa, con su mujer, con su familia. Se puede también naufragar, como Robinson Crusoe. El modo, el fin, el contexto, las circunstancias modulan para cada uno la vida y el viaje (si es que, al final, no son lo mismo).