lunes, 25 de enero de 2021

Huxley, o la elección entre Un mundo feliz y un individuo consciente

 


Huxley, o la elección entre Un mundo feliz y un individuo consciente

 

 

 

Nietzsche había cerrado el siglo XIX señalando el vaciamiento de los valores europeos. La primera mitad del siglo XX conoció dos guerras mundiales. Avanza la conciencia de que la vida europea está tomando unos derroteros preocupantes.

En ese clima de cansancio, sensación de que la situación puede empeorar, asistimos a la eclosión de la literatura distópica. Pensemos en ejemplos como Walden dos (1948) de Skinner, 1984 (1948) de Orwell o Fahrenheit 451 (1953) de Bradbury.

A Aldous Huxley (1894-1963) cabe situarlo en ese ámbito de preocupaciones, al menos por lo que se refiere a la que quizá sea su obra más célebre: Un mundo feliz (Brave New World, 1932) que hace las delicias de los conocedores de Shakespeare por la enorme cantidad de referencias al dramaturgo, así como por el valor simbólico que adopta en la novela. Las referencias se inician en el título, tomado explícitamente del acto V de La tempestad.

jueves, 14 de enero de 2021

Razón, ética y servidumbre

La precisión de las matemáticas o la poesía no conviene a todos los saberes.

Pero quien se acostumbra al rigor, a la racionalidad, en una disciplina sabrá luego detectar (y evitar) la chapuza, la golfería, el infantilismo, en otros ámbitos.

Romper esa armonía es resquebrajar la vida humana.

Quizá por eso el Estado totalitario se empeña en facilitar conductas impulsivas, pulsionales, que no supongan esfuerzo ni mérito. Porque así el individuo reaccionará odiando o amando lo que el tirano le muestre en cada instante. Así es como se consigue un esclavo gozoso, es decir, sin razón.

Algo de esto le entiendo a Huxley. Y ahí lo dejo. Por si interesa.

«La educación moral nunca, en ningún caso, debe ser racional», Un mundo feliz.

miércoles, 13 de enero de 2021

Error y sentido

Equivocarse es un riesgo humano. Porque la verdad y el bien no pueden estar garantizados si realmente somos libres. Darnos cuenta de nuestros errores nos permite ser más prudentes, más cuidadosos. Más sabios, en suma.

Y da igual que sean errores y aciertos personales o colectivos. En ese sentido dicen los sabios que la “historia es maestra de la vida”: los prudentes aprenden de ella.

Por eso mismo, quienes nos quieren sumisos, nos ocultan la historia. La reescriben, la manipulan.

Para sus intereses, es un estorbo.

Así entiendo que el líder del totalitario mundo de Huxley afirme:

«La historia es una patraña; History is bunk», Un mundo feliz.

Ahí lo dejo. Por si interesa.

martes, 12 de enero de 2021

Censura bigtech

La verdad sobre lo que ocurre, sobre la naturaleza y el hombre, sobre el sentido de la vida,… tiene un enorme poder evocador. Hay quien piensa que la verdad es liberadora.

Por eso el sometimiento del hombre, la servidumbre voluntaria, se logra trabajando contra la verdad. Con la mentira, evidentemente. Pero también callando bocas, como hacen estos días algunas bigtech (twitter, Facebook, amazon…).

Algo de esto le entiendo a Huxley cuando dice:

«Grande es la verdad, pero más grande todavía, desde un punto de vista práctico, el silencio sobre la verdad», Prólogo a Un mundo feliz.


sábado, 9 de enero de 2021

El rey Lear y otras tragedias

 


 

El rey Lear o la importancia de la tragedia

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

Grecia aporta a la civilización el pensamiento racional, el concepto; la filosofía, en suma. Pero no es menos cierto que aporta la tragedia. Pensemos en Esquilo, Sófocles o Eurípides.

El hombre aspira a comprender el mundo, a entenderse a sí mismo, a captar el sentido de su vida. Y la filosofía lleva a cabo un acercamiento conceptual a esta aspiración humana. La tragedia responde al mismo anhelo pero lo hace de otro modo.

El espectador de la tragedia se sitúa ante una acción que puede formar parte de su vida, de la vida de cualquiera. Porque la tragedia, al decir de Aristóteles, es en primer lugar mímesis, imitación de la vida.

Entre los modernos, quizá nadie como Shakespeare (1564-1616) ha desarrollado el género trágico de modo tan admirable. Fijémonos en una de sus obras: El rey Lear (The Tragedy of King Lear, 1603).