martes, 29 de diciembre de 2020

El diablo en Nochebuena

 



Nikolái Gógol, Nochebuena en Ucrania

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

El relato del nacimiento de Cristo que transmiten los evangelios refiere el modo en que Dios, en la plenitud de los tiempos, decide tomar cuerpo, iluminar la noche, dignificar la infancia, bendecir a la familia como imagen de la Trinidad, hogar del hombre… Dios decide, y así sucede.

La Nochebuena expresa el modo en que hombres de distintos tiempos han entendido, vivido y sentido ese nacimiento. Sobre ese trasfondo, cada época, cada cultura, ha ido festejando, alegrándose, de mil modos. La celebración ha tomado forma de villancicos, canciones, música, cuentos y mil concreciones del arte.

Cabe entroncar con esa tradición la novela Nochebuena (1832) de Nikolái Gógol (1809-1852). Tras un primer fracaso en el ámbito de la literatura, el ucraniano Nikolái Gógol acepta un trabajo burocrático en San Petersburgo. Allí siente el abandono y la nostalgia de su patria chica. Escribe entonces en ruso Veladas en un caserío próximo a Dikanka (1832), una serie de novelas cortas, relatos populares de la gente de Ucrania, entre las que se encuentra Nochebuena.

miércoles, 23 de diciembre de 2020

Ámbitos de la personalidad

Es corriente pensar que todo es grandeza en quien es grande y que, por lo mismo, todo es torpe en el mísero. Es corriente pero es falso.

Más bien parece que podemos destacar en ciertas dimensiones de la personalidad y ser una nulidad en otras.

Algo de esto le entiendo a Le Bon. Ahí lo dejo. Por si interesa:

 «En todo aquello que se refiere a sentimientos -religión, política, moral, afectos, antipatías, etc.-, los hombres más eminentes no sobrepasan, sino en raras ocasiones, el nivel de los individuos corrientes. Entre un célebre matemático y su zapatero puede existir un abismo en su rendimiento intelectual, pero desde el punto de vista del carácter y de las creencias, la diferencia es frecuentemente nula o muy reducida;

jueves, 17 de diciembre de 2020

Razón e individualidad

El elemento consciente, racional, de nuestra vida convive con una dimensión inconsciente; irracional, por tanto. Lo inconsciente podría fraguarse por aluvión, por tradición. Lo inconsciente mostraría, entonces, lo común. Mientras que la racionalidad consciente construiría la individualidad.

Algo de esto podría decir Le Bon. Ahí lo dejo. Por si interesa:

 «La vida consciente del espíritu no representa sino una parte muy pequeña en comparación con su vida inconsciente […] La mayoría de nuestros actos cotidianos son el efecto de móviles ocultos que se nos escapan;

martes, 15 de diciembre de 2020

Cronin: Vivir en La ciudadela

 



Cronin: vivir en La ciudadela

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

A.J. Cronin (1986-1981) fue un médico católico que obtuvo gran resonancia en el ámbito de la literatura. Varias de sus novelas fueron bestsellers traducidas a numerosos idiomas. Y  algunas fueron llevadas al cine. Entre ellas destaca La ciudadela (1937) a la que King Vidor llevó a la gran pantalla el año siguiente a su publicación.

La ciudadela sigue los pasos de Andrew Manson desde su primer destino como médico hasta su madurez profesional. Basada en la experiencia personal de Cronin, contribuyó notablemente a establecer el servicio nacional de salud en el Reino Unido.

El relato muestra cómo la personalidad de Manson va fraguándose en contacto con la institución sanitaria, los pacientes, los colegas,…

domingo, 13 de diciembre de 2020

El individuo en el grupo

La vieja idea de que el todo es más que la suma de sus partes se cumple también cuando hablamos de agrupaciones humanas. Y, como consecuencia evidente, resulta que el individuo que se integra en una agrupación social no es ya “simplemente” individuo sino algo distinto.

Algo de esto le entiendo a Le Bon. Ahí lo dejo. Por si interesa:

«en el conjunto que constituye una masa no existe en absoluto una suma y un término medio de los elementos, sino una combinación y una creación de características nuevas. Lo mismo sucede en química. Puestos en mutua presencia ciertos elementos -las bases y los ácidos por ejemplo-, se combinan para formar un cuerpo nuevo dotado de propiedades diferentes de las de aquellos que han servido para constituirlo; 

martes, 8 de diciembre de 2020

Entusiasmo por la realidad

 




Entusiasmo por la realidad

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

Desde ciertos enfoques de la literatura (y de la vida, si es que finalmente no son lo mismo) el encabezamiento de esta sección puede parecer paradójico y necesitar una justificación.

Alude a dos polos: la realidad y nuestra actitud ante ella.

La realidad tiene, a veces, mala prensa. De aguafiestas, incluso. Se dice que el escritor, el lector, vive bien en la ficción, en la teoría, en la ilusión, pero luego hay que ir a la cruda realidad. Que es como decir que la realidad es penosa y todo lo demás son edulcorantes que ayudan a pasar ese mal trago. El arte sería el opio del pueblo, el narcótico que oculta la realidad.

lunes, 7 de diciembre de 2020

La inteligencia, raíz de la libertad

 


Entusiasmo por la realidad (3):


 La inteligencia, raíz de la libertad

 

 

Manuel Ballester

 

 

El vuelo elegante de un ave ha servido innumerables veces de inspiración a poetas y pensadores (si es que, finalmente, no son lo mismo). Volar, ascender, planear, descender en picado y virar en el momento oportuno: qué sensación de gozo, de plenitud. Y de libertad. Más aún: belleza.

Sabemos, por otra parte, que el mundo animal está regido por el instinto, por la pauta interna que establece cuidadosamente el comportamiento adecuado o, lo que es lo mismo, por la respuesta precisa ante el estímulo específico. Es gozoso y bello. Pero no es libre. Y no lo es porque falta un elemento esencial de la libertad.

viernes, 4 de diciembre de 2020

Golding: El señor de las moscas

 


El señor de las moscas

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

Una de las obras más célebres de William Golding (1911-1993) es, sin duda, El señor de las moscas (Lord of the Flies, 1954). Ha conocido dos versiones cinematográficas: una de Peter Brook (1963) y otra dirigida por Harry Hook (1990), lo cual es muestra tanto de la fecundidad e interés del asunto que aborda cuanto de lo acertado de la forma en que se narra la historia.

Cuando la Academia sueca le concedió el premio Nobel (1983), el jurado comparó a Golding con Herman Melville ya que ambos “iluminan la condición humana en el mundo actual”. En ese sentido, se ha dicho que la novela plantea una concepción de la naturaleza humana contrapuesta a la bondad natural del buen salvaje que sostiene El Emilio, de Rousseau.

jueves, 3 de diciembre de 2020

El individuo en la masa

Ocurre que a veces nos integramos en escuelas de pensamiento o de opinión, seguimos estilos, nos dejamos llevar por modas y modos de ser; en definitiva, nos integramos en movimientos gregarios. Entonces sentimos y actuamos de un modo distinto a como pensamos, sentimos y actuamos individual, personalmente.

Ganamos fuerza. Y el calor del grupo. Perdemos personalidad y sutileza.

Si hemos de creer a Le Bon, ese es el primer rasgo constitutivo de una masa, una muchedumbre que actúa y siente unitariamente.

 Ahí lo dejo. Por si interesa:

«El hecho más llamativo que presenta una masa psicológica es el siguiente: sean cuales sean los individuos que la componen, por similares o distintos que puedan ser su género de vida, sus ocupaciones, su carácter o su inteligencia, el simple hecho de que se hayan transformado en masa les dota de una especie de alma colectiva que les hace sentir, pensar y actuar de un modo completamente distinto de como sentiría, pensaría y actuaría cada uno de ellos por separado

 

martes, 1 de diciembre de 2020

Hemingway: El viejo, la suerte y el mar

 


El viejo, la suerte y el mar

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

Cuando Ernest Hemingway (1899-1961) publica la novela corta El viejo y el mar (1952) cuenta ya con un prestigio y una trayectoria literaria importante. De hecho, si El viejo y el mar le valió el Premio Pulitzer (1953), fue el conjunto de su obra lo que le hizo merecedor del Premio Nobel (1954). Hablamos, por tanto, de un narrador experimentado en la madurez de su carrera.

El relato mantiene un tono de firme y cordial melancolía cercano al estoico Sustine et abstine: enfocar la existencia con actitud sólida, soportando los reveses de la vida y renunciando a fantasías e ilusiones sin fundamento.

jueves, 26 de noviembre de 2020

La masa contra el individuo

La masa como unidad de sentimiento y de acción va fraguando en la medida en que desaparecen los rasgos típicos de la individualidad.

Algo de eso le entiendo a Le Bon cuando afirma que

«los primeros rasgos de la masa en vías de organizarse son la disolución de la personalidad consciente y la orientación de los sentimientos y pensamientos en un sentido determinado;

miércoles, 25 de noviembre de 2020

Acción según lo correcto

Legislar es, en cierto sentido, encauzar el bullir de la gente. Hay quienes son capaces de actuar siempre y con facilidad según lo que es bueno y justo y lo mejor. Hay gente así: Sócrates y algún héroe o santo. Hay gente, en definitiva, con una individualidad poderosa que les aparta del gentío.

Pero la mayoría de «los hombres no se conducen jamás con arreglo a lo que prescribe la razón pura;

 les législateurs, qui ignorent l'âme des foules […]. L'expérience ne leur a pas encore suffisamment enseigné que les hommes ne se conduisent jamais avec les prescriptions de la raison pure», G. Le Bon, Psychologie des foules.

Ahí lo dejo. Por si interesa.

martes, 24 de noviembre de 2020

Moralidad de la masa

La masa es sólo impulso, fuerza ciega. La orientación a la acción y la calidad moral de las muchedumbres no tiene su origen en ellas. De ahí que, como dice Le Bon:

«Existen, sin duda, masas criminales pero hay también masas virtuosas, masas heroicas y muchas otras;

Sans doute, il existe des foules criminelles, mais il existe aussi des foules vertueuses, des foules héroïques, et encore bien d’autres », Psychologie des foules.

domingo, 22 de noviembre de 2020

Juan Salvador Gaviota vs Jonathan Livingston Seagull

 


Juan Salvador Gaviota: Volar y vivir, conocer y amar

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

Richard Bach (1936) es conocido fundamentalmente por la célebre Juan Salvador Gaviota (Jonathan Livingston Seagull: a story, 1970), novela en la que funde exitosamente las ideas de vuelo y vida. Vivir es volar. Volar como todos, como cualquiera de la bandada, es vivir mediocremente. Es un mensaje que caló hondamente y obtuvo amplio eco. Porque es una llamada a la autenticidad, a descubrir en nuestro interior la invitación a la excelencia.

viernes, 20 de noviembre de 2020

El reino de las masas

Ignoramos qué sucederá en el futuro inmediato pero,

«Sea como fuere, hay que resignarse a sufrir el reino de las masas ya que manos incautas han derribado sucesivamente todas las barreras que podrían haberlas contenido;

Quoi qu'il en soit, il faut bien nous résigner à subir le règne des foules, puisque des mains imprévoyantes ont successivement renversé toutes les barrières qui pouvaient les contenir», Psychologie des foules.

Esa es, al menos, la autorizada opinión de Le Bon. Y ahí la dejo. Por si interesa.

jueves, 19 de noviembre de 2020

El impulso de las masas

Me parece que no le falta razón a Le Bon cuando afirma que

«Una civilización implica reglas fijas, una disciplina, el tránsito de lo instintivo a lo racional, la previsión del porvenir, un grado elevado de cultura, condiciones totalmente inaccesibles a las masas, abandonadas a sí mismas;

Une civilisation implique des règles fixes, une discipline, le passage de l'instinctif au rationnel, la prévoyance de l'avenir, un degré élevé de culture, conditions que les foules, abandonnées à elles-mêmes, se sont toujours montrées absolument incapables de réaliser», Psychologie des foules.

Cabría, no obstante, plantearse la posibilidad de que las multitudes, las muchedumbres, no estuvieran “abandonadas a sí mismas” sino que fuesen orientadas, conducidas, manipuladas. ¿Podrían, así guiadas, construir una civilización?

Ahí lo dejo. Por si interesa.

martes, 17 de noviembre de 2020

Grandeza o barbarie

Construir algo grande supone grandeza. Crear una civilización es tarea de la élite.

Algo de esto le entiendo a Le Bon. Ahí lo dejo. Por si interesa:

«Les civilisations n'ont été créées et guidées jusqu'ici que par une petite aristocratie intellectuelle, jamais par les foules. Les foules n'ont de puissance que pour détruire. Leur domination représente toujours une phase de barbarie.

Hasta ahora, las civilizaciones sólo han sido creadas y guiadas por una reducida aristocracia intelectual, jamás por las masas. Las muchedumbres sólo tienen poder para destruir. Su dominio representa siempre una fase de barbarie», Psychologie des foules.

Fuerza y declive

El impulso hacia lo mejor, en individuos y civilizaciones, es el pilar de la vitalidad. Cuando se aspira a otras cosas (la comodidad, la supervivencia, el placer, il dolce far niente…), comienza el aniquilamiento.

Algo de esto le entiendo a Le Bon. Ahí lo dejo. Por si interesa:

«La historia enseña que en el momento en el que las fuerzas morales sobre las que se apoyaba una civilización han dejado de actuar, la disolución final es efectuada por estas masas inconscientes y brutales, calificadas justamente de bárbaras.

L'histoire nous dit qu'au moment où les forces morales sur lesquelles reposait une civilisation ont perdu leur empire, la dissolution finale est effectuée par ces foules inconscientes et brutales assez justement qualifiées de barbares», Psychologie des foules.

lunes, 16 de noviembre de 2020

Masa y destrucción

Lo que dice la historia del papel de las masas no es muy alentador. Habría que saber si es mera coincidencia o es que necesariamente obran del mismo modo:

«Hasta ahora, el papel más claro desempeñado por las masas ha consistido en las grandes destrucciones de civilizaciones envejecidas;

Jusqu'ici ces grandes destructions de civilisations trop vieilles ont constitué le rôle le plus clair des foules», Psychologie des foules.

sábado, 14 de noviembre de 2020

Jesús según Dickens

 


JESÚS SEGÚN DICKENS

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

Charles Dickens (1812-1870) cuenta con un buen número de títulos célebres tales como Los papeles póstumos del club Pickwick, Oliver Twist, David Copperfield así como el enternecedor Cuento de Navidad. Pero pocos conocen su Vida de Jesús, escrita para sus hijos entre 1846 y 1849. Dickens prohibió que ese texto fuese publicado mientras viviesen sus hijos. De modo que la primera edición tuvo que esperar hasta que el menor de sus diez hijos, Henry Dickens, murió en 1933.

miércoles, 11 de noviembre de 2020

El poder y el pueblo

Los pocos sabios que en el mundo han sido coinciden en señalar que las muchedumbres no pueden tomar el control ni de sí mismas. Mucho menos de la marcha de la sociedad. Hoy, llamándolas “pueblo” o “mayoría” se pretende todo lo contrario.

En ese sentido, señala Le Bon:

«Es bastante posible que el advenimiento de las masas marque una de las últimas etapas de las civilizaciones de Occidente, un retorno hacia aquellos períodos de confusa anarquía que preceden a la eclosión de las nuevas sociedades. Pero, ¿cómo podríamos impedirlo?

Certes il est possible que l'avènement des foules marque une des dernières étapes des civilisations de l'Occident, un retour complet vers ces périodes d'anarchie confuse qui semblent devoir toujours précéder l'éclosion de chaque société nouvelle. Mais comment l'empêcherions- nous ?», Psychologie des foules.

lunes, 9 de noviembre de 2020

Vivir con la ciencia

Nuestro mundo ofrece grandes beneficios. Y algún que otro inconveniente.

Quizá por ese camino se ha puesto en riesgo algo bueno y connatural a nuestra condición humana.

Algo de esto le entiendo a Le Bon. Ahí lo dejo. Por si interesa:

«Soberanamente indiferente a nuestros sentimientos, la ciencia no escucha nuestros lamentos. Nos corresponde a nosotros vivir con ella ya que nada podría devolvernos las ilusiones que ha hecho huir

Souverainement indifférente à nos sentiments, elle [=la ciencia] n'entend pas nos lamentations. C'est à nous de tâcher de vivre avec elle puisque rien ne pourrait ramener les illusions qu'elle a fait fuir», Psychologie des foules.

sábado, 7 de noviembre de 2020

Larga vida a Casado

 






Larga vida a Casado

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

Hubo una moción de censura no hace mucho tiempo. Para censurar al gobierno, a Sánchez, a su mismidad y su banda.

El sentir mayoritario de los medios de comunicación es rotundo: Pablo Casado ha mostrado un talante moderado, centrado, moderno. Ha cuajado, entre aplausos de propios y ajenos, como un líder indiscutible. ¿Abascal?, un idiota.

Lider e idiota son etiquetas. Por palabras no va a quedar. Sugiero que, en vez de repetir palabras, miremos los hechos.

Hay liderazgos basados en el mérito y la capacidad personales para conducir a otras gentes hacia un objetivo valioso y difícil. Otros líderes tantean hacia dónde se mueve la gente y se colocan en primer lugar: no es que la gente los siga, es que iban hacia allí.

¿Cómo lidera Pablo Casado? Veamos qué hace. Veamos, por ejemplo, el debate sobre el decreto de estado de alarma por seis meses. Se trata de recortar las libertades civiles de manifestación, reunión, restricción de movimientos y cosas por el estilo. ¿Qué dijo Casado? Brillante discurso donde criticó duramente esas medidas y amenazó (sí: amenazó) con denunciar en Europa el control de libertades que se está imponiendo en España. Su discurso, ya digo, fue tan contundente que acabó espetando una ¡abstención crítica! Nos desvela, por tanto, que el suyo es un liderazgo crítico. Sin cruzar líneas rojas. Nada de crispar. No le acusarán de “delito de odio”, no.

Pedro Sánchez tuvo a bien largarse del Congreso en el mismo momento en que Casado empezó a hablar. Ignoramos el motivo del desplante ¿Será que teme la crítica? También puede que uno de sus múltiples asesores le recordase algún refrán: Roma no paga traidores o perro ladrador, poco mordedor. Vaya usted a saber.

En fin, que Casado hace su papel. Da juego. Critica y se abstiene. Ladra y se somete. La derechita sumisa tiene su líder. Líder de la Sumisión. Sumisión crítica, eso sí.

¿Y Abascal? ¿Qué hace el que los medios de manipulación llaman idiota? ¿Alguien duda de que si el PP denuncia en Europa el recorte de libertades, Vox lo apoyará? Y, con el mismo argumentario que Casado, presentará recurso ante el Constitucional. El muy idiota, pelea.

Idiota es un término despectivo. Pero sólo desde hace un par de siglos. Sólo desde que se considera que en la masa, en la muchedumbre, hay más inteligencia que en individuos aislados. Recordemos que “idiota” es una palabra griega que significa “individuo singular”.

Así se entiende que Sócrates, frente a la opinión de la mayoría diga que él no se somete. Es un “idiota”: piensa las cosas y hace lo razonable y digno.

Dice Heródoto que Leónidas, el rey espartano, descendía de Hércules. Pero, por traerlo a nuestro asunto: era otro idiota.

La historia es conocida. Leónidas cuenta con 300 hoplitas para hacer frente al ejército de Jerjes. Se calcula que, junto a los 300 de Leónidas en las Termópilas, concurrieron hasta 6.000 soldados de la liga helénica para hacer frente a unos 225.000 persas. Mayoría aplastante. Pero Leónidas no es de someterse a la mayoría. Como un idiota, defiende lo que es noble. Pelea.

Recuerdo una escena de la película 300. Casi al final. En formación de tortuga. Totalmente rodeados por los persas. Leónidas, el idiota, está solo. Frente a todos. Entre las filas enemigas hay un espartano. El traidor. Un ser deforme: está con la mayoría, con los que ganarán la batalla. No es ningún idiota, su sumisión le beneficiará. Pero no está a la altura de la dignidad que le corresponde; no ha defendido a los suyos. Ha cedido. Al miedo. A la fuerza. Al interés. Leónidas lo mira. No le ataca. No le desea la muerte. “Ojalá vivas para siempre”, dice quien está a punto de morir. Que tengas una vida larga y puedas sentir vergüenza por la treta que ha dado ventaja a nuestro enemigo.

Leónidas muere. Caen las Termópilas. Jerjes avanza. Se necesitará más tiempo, más batallas, más muertos hasta vencer en Salamina.

Porque al final se vence. El deforme líder de la Sumisión dio oxígeno al enemigo. Y el idiota resultó ser un héroe. A cada cual lo suyo.



Publicado en La verdad, de Murcia, el 6 de noviembre de 2020:

https://www.laverdad.es/opinion/larga-vida-casado-20201106002418-ntvo.html




jueves, 5 de noviembre de 2020

Ciencia y anhelo de felicidad

Cuando una cosa realiza su función, y era eso precisamente lo que se esperaba, todo parece estar bien.

El problema es cuando le pedimos peras al olmo. Algo de esto nos pasa con la ciencia, si entiendo bien a Le Bon.

Ahí lo dejo. Por si interesa:

La ciencia «ha prometido la verdad o, al menos, el conocimiento de las relaciones que nuestra inteligencia puede captar ; no nos ha prometido jamás ni la paz ni la felicidad;

Elle nous a promis la vérité, ou au moins la connaissance des relations que notre intelligence peut saisir ; elle ne nous a jamais promis ni la paix ni le bonheur», Psychologie des foules.

miércoles, 4 de noviembre de 2020

El camino de las masas

No es raro que la fuerza con la que actúan las masas se manifieste como violencia. Ciegamente. Contra cualquier persona o cosa que se cruce en su camino. ¿Sabe el hombre-masa dónde lleva ese camino o son otros quienes lo saben y ponen la dirección y el impulso?

Lo digo a tenor de unas líneas que le leo a Le Bon. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

 «Poco aptas para el razonamiento, las masas son, por el contrario, muy aptas para la acción. La organización actual ha convertido en inmensa su fuerza. Los dogmas que vemos nacer habrán adquirido muy pronto el poder de los viejos dogmas, es decir, la fuerza tiránica y soberana que queda fuera de discusión. El derecho divino de las masas sustituye al derecho divino de los reyes.

Peu aptes au raisonnement, les foules sont au contraire très aptes à l'action. Par leur organisation actuelle, leur force est devenue immense. Les dogmes que nous voyons naître auront bientôt la puissance des vieux dogmes c'est-à-dire, la force tyrannique et souveraine qui met à l'abri de la discussion. Le droit divin des foules va remplacer le droit divin des rois», Psychologie des foules.

martes, 3 de noviembre de 2020

Sociedad y masa

Una sociedad es más que un conjunto de individuos. Son costumbres, tradiciones, prácticas.

Una sociedad es algo vivo. Si no se renuevan sus leyes, sus tradiciones, se vuelve rígida, oprime a los individuos.

Ocurre a veces que hay fuerzas orientadas a suprimir las normas. Si no hay creación de un nuevo orden, el resultado es destrucción y barbarie.

Por ahí apunta el auge de las masas, si entiendo bien a Le Bon.

Ahí lo dejo. Por si interesa:

«Hoy las reivindicaciones de las masas son cada vez más claras y sólo se dirigen a destruir a fondo la sociedad actual

Aujourd'hui les revendications des foules deviennent de plus en plus nettes, et ne vont pas à moins qu'à détruire de fond en comble la société actuelle», Psychologie des foules.

viernes, 30 de octubre de 2020

La sonrisa en el rostro del otro

 


Natalia Sanmartín, El despertar de la señorita Prim

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

El mundo que vivimos es cada día más global, más conectado. Pero también más aldeano como apunta atinadamente McLuhan. Y, por eso mismo, nuestra mentalidad es crecientemente homogénea. No en vano la masificación, la despersonalización, es un fenómeno moderno.

Este estado de cosas dificulta comprendernos y comprender nuestro lugar en el mundo. Entender el puesto del hombre, su situación y sentido en la vida, son tareas propiamente humanas, cimas nunca conquistadas definitivamente, metas que se alejan a cada paso, como el horizonte hacia el que tendemos.

Fundamento del poder de las masas

Cada estilo de gobierno tiene un tipo de fundamento específico: la fuerza, el dinero, el prestigio…

Para consolidarse, debe fortalecer ese pilar. Quien quiera atacarlo, es ahí donde debe golpear.

¿Qué justifica la moderna preeminencia de las masas, en qué se fundamenta?

La cuestión puede ser tan actual como importante ya que, al decir de Le Bon, «El poder de las masas es la única fuerza a la que nada amenaza y cuyo prestigio crece sin cesar. La edad en la que entramos será verdaderamente la era de las masas;

La puissance des foules est la seule force que rien ne menace et dont le prestige ne fasse que grandir. L'âge où nous entrons sera véritablement l'ÈRE DES FOULES», Psychologie des foules.

jueves, 29 de octubre de 2020

Al borde del populismo

Me parece que fue Séneca quien dijo que la muchedumbre, o la mayoría, son la prueba de lo peor. Sin llegar a esos extremos tan poco a la moda, la masa, la muchedumbre, aunque sea vestida con el noble nombre de “pueblo” y mirada como “gente común” no parece especialmente apta para liderar grandes proyectos.

Por otra parte, si hemos de creer a Le Bon y a la verdad, las sociedades contemporáneas «para su organización tendrán que contar con un nuevo poder, el último soberano de la edad moderna: el poder de las multitudes;

pour leur organisation, elles auront à compter avec une puissance, nouvelle, dernière souveraine de l'âge moderne : la puissance des foules», Psychologie des foules

miércoles, 28 de octubre de 2020

La batalla cultural

Hay ideologías que sostienen que lo único real, estructural, es lo material y económico. Sin embargo ponen todo su empeño en controlar los focos de difusión de ideas (educación, medios de comunicación,…).

No menos sorprendentes son quienes, henchidos de grandes ideas, ponen su empeño exclusivo en controlar lo material y económico.

La batalla cultural, que de eso hablamos, transcurre de esa manera. Algo de esto le entiendo a Le Bon: «Los acontecimientos memorables de la historia son los efectos visibles de los cambios invisibles en el pensamiento de los hombres;

Les événements mémorables de l'histoire sont les effets visibles des invisibles changements de la pensée des hommes», Psychologie des foules.

martes, 27 de octubre de 2020

El hombre-masa o la destrucción

Construir, lograr algo bueno y bello, es tarea compleja. En eso insistió Platón: lo bello es difícil. Requiere visión, inteligencia y tesón.

Cuando están ausentes estos bellos y difíciles rasgos, podemos temer lo contrario. Algo de eso le entiendo a Le Bon cuando afirma que las masas «sólo puede ejercer un papel destructor;

elles ne peuvent exercer qu’un rôle destructeur», Psychologie des foules.

lunes, 26 de octubre de 2020

Lo inconsciente en los fenómenos sociales

Del caos no surge espontáneamente el orden. Cuando encontramos algo estructurado, buscamos la causa. Visto el efecto, debe haber una razón detrás. Algo de eso parece sostener Le Bon.

Ahí lo dejo. Por si interesa:

«Los fenómenos sociales visibles parecen ser la resultante de un inmenso trabajo inconsciente, a menudo inaccesible a nuestro análisis;

Les phénomènes sociaux visibles paraissent être la résultante d'un immense travail inconscient, inaccessible le plus souvent à notre analyse», Psychologie des foules.

martes, 20 de octubre de 2020

Reforma y perfección

La perfección no es de este mundo.

No hace falta ser muy inteligente para detectar deficiencias en los ámbitos en que nos movemos.

Se requiere, eso sí, esa modalidad de inteligencia que se denomina prudencia para tolerar lo imperfecto, para no empeorar las cosas. De ahí lo que, si lo entiendo bien, afirma Le Bon:

 «La manía por las grandes reformas es lo más funesto para un pueblo, por muy excelentes que parezcan teóricamente estas reformas», Psicología de las masas:

«La manie des grandes réformes est ce qu'il y a de plus funeste pour un peuple, quelque excellentes que ces réformes puissent théoriquement paraître», Psychologie des foules.

Individuo despersonalizado en la sociedad perfecta

 

Orwell, entre otros, señala que una característica notable de nuestro tiempo consiste en el intento de una élite por controlar los resortes del poder (educación, medios de comunicación, religión) para configurar una nueva sociedad.

Aunque la nueva sociedad fuese mejor (sin entrar a explicar en qué sentido sería mejor), el hombre que la habita habrá sido manipulado, mancillado, despersonalizado.

Algo de esto se está haciendo.

Algo de esto le entiendo a Le Bon. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«Lo que gobierna a los hombres son las ideas, los sentimientos y las costumbres, cosas que están en nosotros mismos. Las instituciones y las leyes son la manifestación de nuestra alma, la expresión de sus necesidades. Partiendo de esta alma, las instituciones y las leyes no pueden cambiarla

Ce qui gouverne les hommes, ce sont les idées, les sentiments et les moeurs, choses qui sont en nous-mêmes. Les institutions et les lois sont la manifestation de notre âme, l'expression de ses besoins. Procédant de cette âme, institutions et lois ne sauraient la changer.», Psychologie des foules.

lunes, 19 de octubre de 2020

Individuo y estilo

 Hay una tensión importante entre el anhelo de autonomía y la necesidad de relacionarnos y actuar con los demás. Necesitamos formar parte de instituciones (desde la familia al Estado).

Pero casi todo nos va en la forma de integrarnos sin desintegrarnos.

Algo de esto le entiendo a Le Bon. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«Pertenecer a una escuela es casarse necesariamente con sus prejuicios y preferencias;

Appartenir à une école, c'est en épouser nécessairement les préjugés et les partis pris», Psicologie des foules.

 

domingo, 18 de octubre de 2020

Castillos de arena

 Entusiasmo por la realidad (2):


Castillos de arena

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

En el límite entre el mar infinito y la playa, el niño construye castillos de arena.

Cuando el niño cambie de juego o regrese a casa, ¿qué será de aquellos castillos?

Poco importa que la marea se los lleve o que sea el viento. O los paseantes. Poco importa. Lo único cierto es que los castillos tienen una existencia efímera.

Al niño no le importa.

Porque puede hacer otros castillos. Estar en otros juegos. O en su hogar, con los que le quieren y en quienes confía. Al niño no le importa, en suma, porque vive en el eterno presente, que es la edad de los dioses.

Al niño le da igual porque ni añora el pasado ni le preocupa el porvenir.

 Los niños viven en el paraíso.

Por el contrario, nuestra estancia en el Edén pertenece a nuestro pasado. Poco importa ahora si lo abandonamos por nuestro propio impulso o algo nos expulsó. El hecho es que no vivimos ya en el Paraíso. Todos dejamos atrás la infancia. Nuestra mirada al paraíso infantil no se hace sin añoranza. Nuestra mirada al futuro no se hace sin inquietud.

Al abandonar la edad de los dioses hemos entrado de lleno en el tiempo humano.

Los niños viven el presente rotundo y eterno. Nosotros pasamos por un presente frágil y quebradizo que, como Jano, está pendiente de lo que fue y lo que será. El tiempo humano, más que presencia en el presente, es tristeza por el hermoso pasado (“todo tiempo pasado fue mejor”, al parecer), y desazón ante la incertidumbre que vendrá a derribar los castillos que hoy ocupan nuestro afán, nuestro trajín y nuestros trabajos.

Los adultos trabajamos. También jugamos, también construimos castillos de arena. Pero con la certeza de que todo lo que hacemos volverá a ser tierra y polvo. La liturgia católica recuerda cada Cuaresma: Memento, homo, quia pulvis es et in pulverem reverteris: no olvides que todo lo que es terreno, a la tierra volverá. Todo pasará, será pasado. Poco importa la ilusión que hayamos puesto: la vida nos alejará más y más de nuestras obras y, sean las que sean, serán arrastradas por los ríos que van a dar al mar.

Es difícil imaginar al niño Jorge Manrique construyendo castillos al borde del mar. Pero su versión del Ubi sunt?, ¿Dónde están, qué fue de Tirios y Troyanos, de reyes y señoríos?, expresa idéntica experiencia de quien mira con pesar la escasa consistencia del castillo de arena, la fugacidad de todo lo (meramente) humano que es, por decirlo con Unamuno, El sentimiento trágico de la vida del hombre de carne y hueso. Magníficamente expresa esto mismo Saint-Exupéry cuando el experto en realidades consistentes y duraderas, el geógrafo, le dice que su flor carece de interés porque “es efímera”. Y efímero significa, “que está amenazado de próxima desaparición”. La flor de El Principito simboliza, como es sabido, el amor, la persona amada, lo que dota de sentido y unidad a toda su aventura vital. El amor no es la vida, la flor no es la existencia, sino lo que da nervio y sentido a la vida. Pobre Principito cuando descubre que ¡también la flor es efímera!

Si esto es así… Si esto fuera así, ante la vida sólo nos quedarían dos opciones realmente serias: la inconsciencia infantil, vivir volcados en la existencia inmediata, cogiendo las flores de cada día hasta el fin de los días, pero con la atención fija en cada flor. En esa hipótesis hay aún otra opción: vivir conscientemente nuestra vida intentando disfrutar aún con la conciencia de finitud, aún sabiendo que Sísifo es nuestra figura: siempre empujando una roca hasta la cima de la montaña, cae la roca y la tarea vuelve a comenzar. En esta versión, la vida sería, así lo escribe Camus, un absurdo rodar. Absurdo o ceguera, no hay más. Sic transit gloria mundi. Todos los castillos serán abatidos, todas las ilusiones pasarán. Todas las flores se marchitarán: así es lo efímero.

Hasta aquí los argumentos y experiencias ¿No habrá más? ¿Sólo podemos elegir entre la sensualidad pueril o la trágica actitud de Sífifo?

¿Habrá que concluir que sólo es feliz el inconsciente? ¿Sólo quien carece de inteligencia y comprensión de la realidad? ¿Únicamente quien no entiende el mundo y la vida?

¿No será, más bien, lo contrario? ¿Cómo llamar sabio a quien no es feliz?

El niño es feliz no por ser ignorante sino porque vive según la verdad. Él no lo sabe, pero vive su vida y su mundo como un regalo. Vive un estilo de vida que han hecho posible sus padres, no él. Reconociendo y disfrutando lo que la vida le da en cada momento es como está bien. ¿Que el mar se lleva el castillo? Pero no el gozo que experimentó en su construcción. Y mañana construirá otro; o jugará en otro lugar a otra cosa con otros amigos. Si intentase apropiarse de cada castillo, de cada juguete, destruiría el juego mismo y se perdería el objetivo: el niño es feliz por haber jugado, no por retener el juguete.

Quizá el adulto ha dejado de confiar en la vida y en sí mismo. Quizá ha dejado de mirar su vida y el mundo como un misterio, como un don, como un regalo. La misma vida que nos regaló arena para construir castillos, que nos dotó de cualidades con las que obtener logros profesionales, que nos puso delante amigos; esa vida, ¿no tendrá nuevas sorpresas, nuevos y mejores regalos? ¿no sería torpe, a nuestros años, intentar aferrarnos a lo que corresponde a otros momentos de la vida? Porque el esfuerzo por apoderarnos del pasado puede volvernos ciegos para las maravillas de este momento; puede dificultar el entusiasmo por nuestra vida y por el mundo. Porque cuando descubrimos que todo es gratis, todo es gracia (Bernanos), lo normal es vivir entusiasmado, feliz.

 

 

Publicado en la sección “Entusiasmo por la realidad” de Letras de Parnaso, nº 64, sept 2020, pp. 16-17:

https://issuu.com/jpellicer/docs/edicion64?fbclid=IwAR02WnQfg2Co1eG53rwbiFm5x9sNs3nWGjb4IrASBzZquybyl0LTtiV_144

 



sábado, 17 de octubre de 2020

Pinocho, de muñeco a bambino davvero


 


Pinocho, de muñeco a bambino davvero

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

Una obra clásica es aquella a la que siempre le queda algo más que decir. Y eso explica que se vuelva una y otra vez sobre ella: aún puede enriquecernos.

Pinocho apareció por primera vez como personaje en el Giornale per i bambini en entregas a partir de 1881. Más adelante Carlo Collodi (1826-1890) lo publica como libro bajo el título de Le avventure di Pinocchio. Storia di un burattino (Las aventuras de Pinocho. Historia de un muñeco, 1883). Su primera adaptación al cine es una versión muda de 1911 aunque la más célebre es la de Disney (1940). Recientemente ha llegado a las pantallas la versión de Matteo Garrone, la cual se ajusta al texto original de Collodi más que otras adaptaciones. Al margen de su calidad cinematográfica, quisiera señalar un aspecto positivo que no es frecuente y otro que, al menos en la versión española, conviene matizar.

Es frecuente que las adaptaciones de Pinocho comiencen con Geppetto en su humilde carpintería. No es así en el libro de Collodi. Y hay que aplaudir que Garrone sea fiel al original en ese punto. La historia de Pinocho comienza con “un trozo de madera” que es capaz de hablar y sentir… una madera maravillosa que “no se sabe cómo” va a parar a la pobre carpintería de maese Cereza: no a la de Geppetto. Y es importante destacar que ese maravilloso trozo de madera abre un campo de juego fascinante. Digamos que maestro Cereza es elegido para moverse en el plano de lo extraordinario. Pero tiene miedo. Se niega. Rechaza la llamada a vivir en un plano superior. Aparece entonces Geppetto que vive en ese plano creativo pero carece de los medios materiales para realizarlo. Cereza se quita de encima un problema y Geppetto recibe esa maravilla como lo que es: un regalo y una misión.

El simpático muñequito quiere algo y algo importante. En la versión española de Garrone dice repetidas veces que quiere ser “un niño como los demás”. No es así. Si Pinocho quisiera ser como los demás, en una sociedad en la que el hombre masa es la tónica dominante, significaría que Pinocho querría ser una marioneta. Porque eso es el hombre masa, el hombre que rige su vida desde fuera. Visto desde lejos, el hombre-masa parece que actúa por sí mismo porque no se ven los hilos que lo mueven.

Pero es que el original italiano dice que Pinocho quiere ser “un bambino davvero”, un niño de verdad. Auténtico. Que rige su vida desde sí mismo. De modo que el muñeco Pinocho quiere ser un niño de verdad, auténtico, y no una marioneta (“un niño como los demás”).

La historia narra, por tanto, un misterio: la conversión de muñeco en niño verdadero o, si se prefiere, de hombre en hombre en plenitud.

Esta línea interpretativa es frecuente y viene apoyada, también, por el nombre que recibe el muñeco: Pinocchio significa piñón esto es, el fruto, la semilla, el germen de toda una vida preñada de posibilidades. El piñón ya es pino pero su desarrollo, su vida auténtica, consiste en poner en marcha un proceso cuya meta es hacer real su mejor posibilidad. Así, todo hombre ya es hombre al nacer, pero tiene que hacerse hombre, eligiendo, realizando, las posibilidades que le perfeccionan.

Esa dinámica, ¿qué otra cosa es la vida?, permite entender los distintos episodios de las aventuras del muñequito: su lucha frente a los obstáculos tanto externos como internos (pereza, capricho, ingenuidad…), su relación con su padre, el grillo o el hada.

Fijémonos, para concluir, en un rasgo célebre: a Pinocho le crece la nariz. Pero no cuando miente, como suele decirse con cierta ligereza. De hecho, cuando engaña a unos malhechores (el gato y la zorra), no le crece la nariz. Collodi quiere dejar claro que hay gente que no merece la verdad. Pero entonces, ¿cómo hay que entender que le crece la nariz? A Pinocho le crece la nariz cuando miente a Geppetto (capítulo 3) o al hada (capítulo 17). El alargamiento de la nariz es una deformación del rostro (el espejo del alma, según se dice). Si Pinocho quiere ser un niño de verdad, hay ciertas palabras, ciertas acciones, que falsean, afean, deforman, su auténtico ser. Mentir a quienes nos quieren y pueden ayudar y mentirnos a nosotros mismos, nos aleja de nuestra plenitud, de nuestra verdad. Esas mentiras nos deforman, nos convierte en marionetas, nos apartan de nuestro objetivo: ser bambini davvero, hombres en plenitud, personas que hacen real su mejor posibilidad.

 

 

Publicado en Aleteia el 4 de octubre de 2020

https://es.aleteia.org/2020/10/04/pinocho-de-muneco-a-bambino-davvero/


miércoles, 14 de octubre de 2020

Vivan las cadenas

 En cierto sentido, puede verse la modernidad como un esfuerzo consciente por lograr la autonomía. Pero la libertad no es fácil; tiene un coste. Por eso no es extraño el fenómeno moderno de huida de la autodeterminación.

Algo de esto le entiendo a Le Bon. Y ahí lo dejo, por si interesa:

«La acción inconsciente de las masas, al sustituir a la actividad consciente de los individuos, representa una de las características de la época actual;

L'action inconsciente des foules se substituant à l'activité consciente des individus est une des principales caractéristiques de l'âge actuel»,

Gustave Le Bon, Psicologie des foules.

Masa e instinto

 Vuelvo sobre un libro de Gustave Le Bon que me pareció interesante en su día.

Se traduce como Psicología de las masas. Su título original: Psicología des foules.

Se vierte, por tanto, “foules” como “masas”. Y está bien. Pero también podría ser muchedumbres, multitudes, gentío, plebe o algo así.

No sé suficiente francés para asegurar si hay parentesco entre foules y fou o folle (loco o loca). Pero no me extrañaría que Le Bon haya elegido el término foules (y no masses, por ejemplo) porque en las muchedumbres, en el hombre-masa, hay algo de locura, de instintivo, de animal, de no racional.

Ahí lo dejo. Por si interesa

martes, 13 de octubre de 2020

Calidad y criterio

Tomar el gusto del público como criterio de calidad genera ciertas paradojas.

Por ahí puede ir Zaid, si lo entiendo bien.

Y ahí lo dejo. Por si interesa:

 

«Abundan los buenos libros que no tienen nada que decirle al gran público. En el otro extremo, hay libros lamentables que tienen públicos masivos sin que por eso sean menos lamentables»,

Gabriel Zaid, Interrogantes sobre la difusión del libro, 146.

viernes, 9 de octubre de 2020

Orden y desorden

Cuando los antiguos dijeron que el cosmos (el mundo ordenado) surgió del caos (el desorden) quizá expresaron en términos de cosmogonía una tendencia del espíritu humano a organizar todo. No podían sospechar que esa tendencia acabaría en burocracia asfixiante.

Un reflejo de esto le entiendo a Zaid. Ahí lo dejo, por si interesa:

«Administrar la cultura es como decretar la primavera: un delirio narcisista de poder»,

Zaid, Tesis sobre administración cultural, 139.

 

jueves, 8 de octubre de 2020

Progreso y datos

 La ideología del progreso lleva a creer que todo tiempo pasado fue peor, que vivimos en el mejor de los mundos posibles… hasta ahora. Porque lo último es lo mejor.

Siempre hay aguafiestas que tiran de números. Así Zaid:

«Las jornadas de ocho horas, que hoy nos parece natural, fue un ideal socialista del siglo XIX. Y las soñadas 2400 horas al año (8 horas, 6 días, 50 semanas) eran muchas más que las 1500 del mundo medieval, cuando el tiempo estaba santificado por una sucesión de fiestas»,

Zaid, Las dos inculturas, 133.

martes, 6 de octubre de 2020

Cultivo y cultura

 

El hombre cultiva la tierra. Remueve el terreno para sacarle el mejor partido posible.

El hombre cultiva la tierra. Y a sí mismo; para intentar realizar su mejor posibilidad.

Cultivar, como es sabido, es uno de tantos sinónimos de cultura.

Por eso, si lo entiendo bien, dice Zaid que

«La cultura no es una especialidad. Es el camino de hacer habitable el mundo y entendernos»,

Zaid, Las dos inculturas, 132.

jueves, 1 de octubre de 2020

Realidades y apariencias

Una cosa es la realidad y otra la apariencia. Los usos sociales no pueden ser otra cosa que apariencia. Hay quien lo sabe. Y hay también quien sólo lo intuye y siente desasosiego. Tímidos les llama Zaid:

«No faltan tímidos que se avergüenzan de estar en una cena de homenaje a un autor, por su reciente libro, sin haberlo leído. Pero la gente más mundana sabe que lo importante es el brindis, la alegría, el sentirse parte de una comunidad culta, las sabrosas ocurrencias y chismes de la celebración: lo que dice la fiesta, no lo que dice el libro», Zaid, Organizados para no leer, p. 122.

miércoles, 30 de septiembre de 2020

Esfuerzo por enterarse

 

Parte de madurar consiste en aceptar que llegamos tarde a los asuntos importantes. De nuestra vida, del mundo, de la cultura y la vida en general. Nos incorporamos a una conversación que la humanidad mantiene desde hace milenios. Asumido esto, tiene sentido esforzarse sosegadamente por enterarse de qué va todo esto.

Algo de esto le entiendo a Gabriel Zaid. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«El apetito por seguir una conversación que no se entiende es un síntoma de salud, no de falta de preparación. La disciplina es buena al servicio del apetito, no en lugar del apetito. Sin apetito, no hay cultura viva»,

Zaid, G., Los libros y la conversación, p. 114

martes, 29 de septiembre de 2020

Procusto en la red Walden

 



Procusto en la red de Walden

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

Cuando aún estaba reciente el fin de la II Guerra Mundial, Skinner (1904-1990) publica su célebre Walden Dos (1948). Se trata de una novela que tiene el enorme mérito de plantear grandes cuestiones que su autor abordará en ensayos como Ciencia y conducta (1953) o Más allá de la libertad y la dignidad (1971).

Rinde homenaje a Walden, la vida en los bosques (1854) donde Thoreau intenta mostrar que la vida auténticamente humana, libre y feliz, es la vida en contacto con la naturaleza si bien, señala Skinner, Thoreau descuidó los problemas típicamente sociales. Y ese será el intento del experimento social, psicológico y cultural de Skinner.

El hilo argumental del relato nos conduce al descubrimiento progresivo de una comunidad organizada según principios elaborados desde la psicología experimental. Suscita la curiosidad del lector al que primero se le muestran los logros en la modificación de conducta (desde las ovejas hasta los humanos) y sólo posteriormente se explicitan los principios de tecnología de la conducta que se han puesto en juego. Finalmente se extrapola el modelo de hombre que subyace a ese tipo de comunidad.

Se suscita el asentimiento del lector ante el loable objetivo que ha puesto en marcha la comunidad: «Queremos hacer algo… queremos investigar qué le pasa a la gente, por qué no pueden vivir juntos sin estar peleándose todo el tiempo. Queremos saber exactamente qué es lo que quiere la gente, qué es lo que necesitan las personas para ser felices, y cómo pueden conseguirlo sin robar a nadie».

El individuo, la pieza clave de la comunidad, ha de ser adiestrado en el autocontrol, el dominio de las propias pasiones. Para modificar la conducta humana echa mano «de aquello que somos capaces de hacer mejor. Buscamos seguridad, y nuestra seguridad es la ciencia y la tecnología». Skinner adopta el método científico experimental y logra modificar conductas suprimiendo castigos (refuerzo negativo) y potenciando los premios (refuerzo positivo).

Comete el error típicamente cientifista de considerar que todo lo que atañe al hombre es abordable mediante ese método y que lo que no es abordable… no es real, es una deformación que, con el tiempo, será eliminada o reconducida.

Veamos algunos ejemplos. Los niños son la clave de la nueva sociedad que producida por esta ingeniería de la conducta. Pero la familia es una estructura arcaica, basada en lazos de sangre y no en principios científicos. Por tanto, en Walden Dos se acentúa «el cuidado comunitario [consiguiendo] debilitar también las relaciones entre padres e hijos […] y lo hacemos a propósito. Tenemos que atenuar dicha relación».

Walden Dos es un proyecto, un experimento, de ingeniería de la conducta. Por eso, cierto tipo de estructuras y apegos son un obstáculo. De ahí que la familia, el hogar, no sea «el lugar más adecuado para educar hijos». «Durante los primeros años de la vida pueden conseguirse cosas portentosas de un niño y sin embargo lo dejamos en manos de gente cuyos errores se escalonan desde el abuso a la protección excesiva y al derroche del afecto cuando la conducta no es apropiada». Para evitar los errores de esa gente (los padres) se requiere una actitud fría, científica, que supondrá una dificultad, especialmente para «la mayoría de madres sin una instrucción previa de varios años».

Hay un debate entre libertad y refuerzo que recorre toda la obra. La ingeniería de la conducta da por supuesto que el hombre siempre es controlado. Y puede serlo por una ciencia de la conducta o por «el curandero, el demagogo, el vendedor, el político, el fanfarrón, el embustero, el sacerdote […] Si el hombre es libre, entonces una tecnología de la conducta es imposible». Pero la tecnología de la conducta existe. Por tanto, sólo cabe una conclusión: «Niego rotundamente que exista la libertad. Debo negarla…, pues de lo contrario mi programa sería totalmente absurdo. No puede existir una ciencia que se ocupe de algo que varíe caprichosamente».

El pueblo ignora, en general, la solución a los grandes problemas del ser humano. De ahí su rechazo a la democracia por incoherente e ineficaz; de hecho, «no es, no puede ser, la mejor forma de gobierno porque está basada en una concepción científicamente inconsistente del hombre. No toma en consideración el hecho de que, a la larga, el hombre está determinado por el Estado. Una filosofía laissez-faire que cree en la bondad y prudencia innatas del hombre es incompatible con la realidad observada de que los hombres son buenos o malos, prudentes o imprudentes según el ambiente en que se han criado». Por ello defiende lo que podríamos denominar un despotismo benévolo guiado por personas técnicamente competentes.

Cuando Frazier, el guía y mentor de la comunidad Walden Dos, habla de sí mismo lleva a cabo también una exposición del modelo antropológico que subyace: «cuando muera […] dejaré de existir, en el sentido pleno de la palabra. Unos cuantos recuerdos me acompañarán hasta el crematorio y no habrá más rastro de mí. Como figura personal, seré tan inindentificable como mis cenizas».

La comunidad Walden Dos es eficaz y atractiva. Suprime la gratitud y algunos otros elementos habituales en las sociedades habituales. Pero no el amor, reinterpretado, claro ya que «¿Qué es el amor […] sino un sinónimo del refuerzo positivo?».

No pretende haber descubierto el refuerzo positivo. Jesús lo hizo antes, de hecho «fue el primero en descubrir el poder de no castigar, debió dar con dicho principio por casualidad. Ciertamente, no disponía de ninguna prueba experimental». Jesús carecía de método. Por eso, una vez que hemos llegado al momento científico del desarrollo de la humanidad, podemos prescindir de este tipo de personajes pintorescos. La religión y, en suma, todo saber sapiencial será reducido a psicología y, en esta nueva sociedad, los psicólogos serán «nuestros “sacerdotes”, por decirlo de alguna manera».

 

 

Publicado en Aleteia el 20 septiembre 2020:

https://es.aleteia.org/2020/09/20/walden-dos-el-progreso-necesita-que-la-libertad-no-exista/

 


sábado, 26 de septiembre de 2020

 


La vida dichosa, entre la tristeza y la felicidad

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

Françoise Sagan (1935-2004) obtuvo celebridad con la novela Buenos días, tristeza (1954) que pronto fue llevada al cine por Otto Preminger (1958). Sagan es una excelente narradora que cautiva con un estilo directo, agudo, descuidado, propio de una fiesta elegante.

La obra se abre con unos versos del poema La vie immédiate (Paul Éluard, 1932) que son tremendamente significativos en cuanto que la “vida inmediata” es el ambiente en que se mueven los personajes de Sagan. Se trata de un estilo de vida articulado sobre lo agradable. Así comienza la obra:

«Aquel verano yo tenía diecisiete años y era completamente feliz. Los “otros” eran mi padre y Elsa, su amante». Pronto reciben la visita de Anne, una antigua amiga de la difunta madre de la narradora (Cécile). Los personajes encarnan dos modos de vida, dos sentimientos vitales básicos: el “nuestro” (padre e hija), la vida inmediata caracterizada por la superficialidad o mundanidad, y el que representa Anne, una “femme de tête”, una mujer sensata.

Céline percibe pronto que Anne pudiera estar enamorada de su padre. En cierto sentido, la obra puede leerse como la rebelión de una consentida ante una aspirante a madrastra. Pero es, también, algo más hondo en cuanto que permite contraponer ambos modos de entender y sentir la vida.

Con elegancia, sin estridencias, Anne va mostrando la insustancialidad de la vida inmediata. Así lo ve Céline: «Vislumbré […] una vida equilibrada de pronto por la inteligencia, el refinamiento de Anne, esa vida que le envidiaba». Céline se ilusiona. Ve viable un nivel de existencia cualitativamente superior. Anne les convertiría en dos personas civilizadas, bien educadas y… felices «porque Anne nos haría ser felices».

Céline se siente atraída por ese estilo de vida superior pero ve también que tendrá que esforzarse para vivir así. Porque mientras que la vida inmediata disfruta pasivamente de los placeres sencillos que se ponen a su alcance, la felicidad que Anne propone supone una actitud activa. Céline decide entonces que la grandeza le viene grande y dedica sus esfuerzos a alejar a Anne y su padre. Por el camino proporciona interesantes puntualizaciones. Veamos alguna de ellas.

«Mi padre y yo, para estar interiormente tranquilos, necesitábamos la agitación exterior», dice Céline. La calma puede hacer consciente de la insuficiencia de ese gozoso estilo de vida ¿acaso vivir gozosamente no es la inconsciente aspiración de toda vida animal? ¿acaso no puede, no debe, el hombre aspirar a algo más? Anne irrumpe en esa vida inmediata mostrando su insuficiencia y la posibilidad de una vida mejor, plenamente humana, con una alegría lograda conscientemente. Una vez se ha entendido esto, la vida inmediata no será ya la inconsciencia animal sino fruto de una opción: «no se trata ya de hallar una respuesta sino de esperar a que la cuestión deje de plantearse» (Dans un mois, dans un an).

Quien vive la vida inmediata aspira a llenar su vida de amantes que van sucediéndose, de encuentros sexuales galantes, mundanos y episódicos en el clima de «un desenfadado cinismo sobre las cosas del amor». Pero ese enfoque vital tiene un coste: Agitarse tras los amores, sin hallar el amor. Recibir pasivamente placeres, pero sin conquistar activamente su felicidad. Permanecer en la superficie de las cosas y de su vida sin lograr extraer la riqueza que anhela y presiente. En definitiva, permanecer solo, aburrido, sin esperanza porque hay una negativa a afrontar las exigencias que lo humano comporta. Y hay, por eso mismo, una traición a lo que significa ser persona, a lo en el fondo somos.

Anhelamos el amor. Hemos de hacernos capaces de amar. Hemos de hacernos dignos de nuestra mejor posibilidad que, lo sabemos, no es solitaria. Porque el amor remite al amado. Porque el hombre es un ser de encuentro, un nudo de relaciones. La mirada amorosa es una clave importante; así lo recoge Sagan cuando señala que «habría que ser amado y amarse muy cálidamente a sí mismo para ser feliz» (Un certain sourire).

 

Publicado en Aleteia el 6 de septiembre de 2020 :

https://es.aleteia.org/2020/09/06/la-felicidad-verdadera-no-es-solo-un-don-es-una-conquista-personal/

 

martes, 22 de septiembre de 2020

El principito y otros textos sobre lo que nos pasa

 

 


El principito y otros textos sobre lo que nos pasa

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

¿Cómo pudo el hombre llegar a la barbarie que contemplamos durante la II Guerra Mundial? Se han estudiado las causas económicas, sociales, políticas e ideológicas.

Hay notables intentos de comprensión entre los que cabría destacar los tres volúmenes de Los orígenes del totalitarismo (1951) de Hannah Arendt (1906-1975). La misma autora deja una obra capital para entender no ya la ideología sino el alma del hombre al que la ideología ha despersonalizado. Me refiero a Eichmann en Jerusalén: un estudio sobre la banalidad del mal (1963). Eichmann es un típico hombre moderno, afable con sus vecinos, cariñoso con su familia, eficaz en su trabajo, que consiste en organizar el transporte de prisioneros judíos hasta los campos de concentración. Eichmann es un hombre moderno, un hombre en el que la esfera ética y la técnica no se cruzan. Eichmann es un hombre moderno, un hombre sin alma; afable y cariñoso, pero en el que se ha atrofiado esa parte del alma donde se distingue el bien y el mal.

La judía Hannah Arendt apunta al alma del hombre moderno como causa profunda de estos acontecimientos terribles. En ese mismo sentido se mueven un par de obras a las que voy a referirme. Escritas el mismo año (1943) en plena guerra: L’enracinement de la también judía Simone Weil (1909-1943) y El principito.

Saint-Exupéry (1900-1944) tiene el enorme acierto de conjugar una exposición amable, con imágenes muy sugerentes que denotan una calidad literaria notable, con un nivel de comprensión tremendamente profundo.

Fijémonos en algunos aspectos relevantes.

Comienza estableciendo distinciones. Entre niños y adultos, entre boa abierta y boa cerrada, entre quienes saben de números y quienes disfrutan de la vida… Hay niveles de escritura y niveles de comprensión del mundo y de la vida. En El Principito hay un eco de la profunda reflexión de su autor pero no en torno a la guerra sino acerca del alma del hombre que es conducido al campo de batalla.

La crispación que acaba estallando como conflicto bélico tiene raíces profundas; la guerra muestra un malestar en la cultura; la humanidad europea no entendió que la I Guerra fue un aviso de que el “hormiguero humano” había perdido enormes prerrogativas y se hallaba tan desorientado existencialmente que incluso ignoraba lo que había perdido. Por decirlo brevemente: el hombre ya no sabe qué significa ser hombre, ha olvidado qué le eleva y qué le destruye.

El Principito muestra que hay que hacerse consciente de nuestras carencias. Primer paso en la dirección correcta: él ama a la rosa; la rosa lo ama pero ¡no es suficiente! Al animal le basta seguir sus impulsos. El hombre siente hambre pero tiene que aprender qué es alimento y qué es tóxico; es bípedo, pero tiene que aprender a andar; y a hablar y a pensar. El “dejarse llevar” vale para los animales, pero los hombres no somos así. El Principito tiene que partir, porque “era demasiado joven para saber amar” o, lo que es lo mismo, tiene que “salir de sí” para encontrar al otro: sólo así aprenderá a amar y sólo así su vida tendrá sentido. Toda la historia del Principito tiene ese leit motiv: aprender a amar, aprender a vivir. Porque la vida humana valdrá la pena y tendrá sentido cuando sea vivida desde el amor.

No basta ser consciente de las propias carencias. También hay que identificar los caminos equivocados. Visitará mundos, estilos de vida, articulados sobre estrategias de dominación (el rey) u organizados sobre los vértigos del conocimiento (el geógrafo), del placer (el borracho), del trabajo (el farolero)…

Dicho de otro modo: para vivir humanamente, hay que construir creativamente la relación con el mundo, con las ideas y con las personas. Y al recorrer los distintos planetas, al iniciar su proceso de formación, descubre la necesidad de tomar distancia y aprender de cómo les va a los otros. Ninguno de esos modos de encarar la vida proporciona una vida plena. Por tanto, por extendidos que estén entre nosotros, no es así como se logra dotar a nuestra vida de valor y sentido.

El zorro, símbolo de la sabiduría, muestra cómo ha de construirse la relación que nos hace humanos. Se trata de la amistad, la relación que se abre al otro para aceptarlo, valorarlo, quererlo. Muestra, así, cuál es la dirección.

Saint-Exupéry y Simone Weil coinciden en la visión del problema de fondo. Simone lo expresa en un ensayo. Su tono es de una lucidez y honestidad implacables, como fue el tono vital de su autora.

Simone Weil fue activista política, albergó a Trostky en París cuando huía de Stalin pero, sobre todo, fue una persona radical, honda y honestamente radical.

En L’enracinement Simone levanta acta de que la otra cara de la moderna conquista de la autonomía e independencia es el aislamiento y la soledad. El hombre moderno se piensa a sí mismo como un individuo que no debe nada a nadie, que no posee más relaciones que las que él elije y mientras él las consiente. El hombre moderno se siente así: dueño de sí y de su destino. Pero es falso. Somos hijos (no todos somos padres, pero todos somos hijos) y esa es nuestra primera relación; tan fundamental que una mala vivencia de la relación con los padres hace de nosotros carne de psicólogo.

El individuo carente de relaciones esenciales, sin raíces, más que el señorío y dominio sobre la propia existencia, siente el vacío, la carencia de vigor que viene de las relaciones auténticas. Y lo suple integrándose en rebaños de diversa condición: es el hombre-masa, carne de manipulación, ingrediente de todos los colectivismos, tonto útil de las ideologías que saben galvanizarlos, carne de cañón, en suma, de cualquier ejército para no importa qué guerra.

El hombre es un nudo de relaciones (Saint-Exupéry), debe descubrir qué raíces le aportan vitalidad y aspirar confiadamente a lo más alto porque está profundamente arraigado (Weil), así tendrá criterio para calibrar la gravedad del bien y del mal (Arendt).

Una vez localizada la amenaza, podemos trabajar en la sanación. Los autores citados señalan que el hombre moderno construye su vida desde una falsa comprensión de sí mismo. Arendt señala un grave síntoma, el Principito alude a caminos errados y vías de plenitud, mientras que en Weil encontramos una rigurosa llamada a volver a la senda correcta.

Hemos nacido porque hemos sido amados. Esa es la relación correcta, el criterio adecuado para valorar las acciones, la raíz que da plenitud a nuestra vida. Al final de la jornada seremos examinados en el amor, es decir, será patente si hemos vivido con autenticidad, según nuestra verdadera plenitud.

 

 

 

Publicado en Aleteia el 22 de agosto 2020

https://es.aleteia.org/2020/08/22/el-principito-y-otros-textos-sobre-lo-que-nos-pasa/