sábado, 24 de febrero de 2018

Libertad, tarea y riesgo


La libertad es, quizá, uno de los logros de los tiempos modernos. De lo mejor. Y es, por eso, sinónimo de lo mejor de lo humano: dignidad, autonomía, lucidez respecto al sentido de nuestra vida o, lo que es lo mismo, claridad sobre qué camino hemos de seguir para alcanzar nuestra propia plenitud… Ahí es nada.
Hay que ser muy ingenuo para confundir la libertad (incluso en su sentido más pobre: como emancipación) con un automatismo, con una ganancia mecánica y no como una ampliación del campo de juego: se puede ganar más pero también se puede perder más. Hay que espabilar más.

O algo de esto le entiendo a Vargas Llosa. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«La libertad es un bien precioso, pero no está garantizada, a ningún país, a ninguna persona, que no sepan asumirla, ejercitarla y defenderla»,
Mario Vargas Llosa, La civilización del espectáculo

viernes, 16 de febrero de 2018

Censura, ideología e intelectuales

Ojalá fuese sólo cosa del pasado.
Ahora arrecia la censura (“no podemos quejarnos”, como en el viejo chiste sobre Cuba). Más fuerte y taimada que las ideologías del siglo XX, que sembraron el mundo de cadáveres y pisotearon las libertades. Con idéntico aplauso de la “intelitgensia”, con idéntica ceguera o cobardía. Avanza implacable como un ángel frío metido en concienzuda faena. Por las tres vertientes de la tríada gramsciana, además.

Algo de esto dice Vargas Llosa, si lo entiendo bien. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«he visto a muchos escritores que admiré y tuve por directores de conciencia equivocarse también y, a veces, poner su talento al servicio de la mentira ideológica y el crimen de Estado»,
Mario Vargas Llosa, La civilización del espectáculo

jueves, 15 de febrero de 2018

Intimidad o barbarie

Los animales no tienen intimidad. Todo lo hacen a la vista. Por eso no se visten: su desnudez supone que no hay nada que ocultar, nada que insinuar, nada que mostrar. No hay nada más que lo que hay.
La intimidad supone un desdoblamiento. Un dentro y un fuera. Una capacidad de gestionar las dimensiones de la personalidad (ocultando, insinuando, mostrando).
Mostrar todo significa no gestionar nada… como los animales. Mostrar todo voluntariamente (vía apps móviles, internet…) significa renunciar al control de la intimidad… para hoy y para el futuro (que la red la carga el diablo).
A ese regreso al momento en que aún no vivíamos en cavernas algunos lo llaman progreso y modernidad. Será por nombres…

Algo de esto dice Vargas Llosa, si lo entiendo bien. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«La desaparición de lo privado, el que nadie respete la intimidad ajena, el que ella se haya convertido en una parodia que excita el interés general y haya una industria informativa que alimente sin tregua y sin límites ese voyerismo universal, es una manifestación de barbarie»,
Mario Vargas Llosa, La civilización del espectáculo

miércoles, 14 de febrero de 2018

Cultura y religión

Algunos entienden la religión como el conjunto de creencias y valores que dotan de coherencia y significado las breves vidas de individuos y civilizaciones.
Así entendida, la religión sería sinónimo de cultura y se le aplicaría perfectamente la sentencia aquella de cuis regio eius religio. Con un matiz, quizá. Que la religión tendría un origen misterioso, ambiguo (podríamos ponerlo, incluso, en la cuenta del inconsciente), mientras que la cultura es tarea consciente de individuos y pueblos que se esfuerzan por prosperar.
Algunos entienden la religión de otra manera. Y desde esa perspectiva entienden lo que a Vargas Llosa le causa perplejidad. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«La cultura debería llenar ese vacío que antaño ocupaba la religión. Pero es imposible que ello ocurra si la cultura, traicionando esa responsabilidad, se orienta resueltamente hacia la facilidad, rehúye los problemas más urgentes y se vuelve mero entretenimiento»,
Mario Vargas Llosa, La civilización del espectáculo

martes, 13 de febrero de 2018

La crítica y los críticos


Hay críticas y críticas.
Unas son análisis, juicio y mirada escrutadora que busca la causa del mal, la desviación que explica por qué no estamos todo lo bien que podríamos y deberíamos. Estas nos sitúan dentro del problema buscando qué camino hemos de andar para mejorar las cosas, enderezar la situación y a nosotros mismos, ya puestos.
Otras son pedradas, reproches que dejan flotando en el aire la superioridad moral del juicio inflexible e inapelable del reprochador. El único camino: la destrucción de lo criticado, inservible e irrecuperable.
Y todo es crítica. Pero no es lo mismo. Como no es lo mismo quien (se) critica para humildemente mejorar que quien critica soberbiamente para destruir.

Algo de esto dice Vargas Llosa, si lo entiendo bien. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«No es malo que los principales privilegiados de la libertad critiquen a las sociedades abiertas, en las que hay muchas cosas criticables; sí que lo hagan tomando partido por quienes quieren destruirlas y sustituirlas por regímenes autoritarios como Venezuela o Cuba»,
Mario Vargas Llosa, La civilización del espectáculo

jueves, 8 de febrero de 2018

Sexo, uniformidad o libertad


A fecha de hoy la educación afectivo-sexual se imparte como si sólo hubiese una orientación correcta, buena, verdadera y legítima. Como si fuese la tabla periódica o la regla de Ruffini mismamente.
Ignorar distintos enfoques, distintas sensibilidades e imponer sólo una no es el único fallo pero es importante porque elimina a las familias (al menos aquellas que no coincidan con esa única orientación que se impone en el colegio) de la educación de sus hijos en un ámbito tan sensible como es la afectividad.
Es, además, obligatoria puesto que se imparte en los tramos de enseñanza en que los niños necesariamente han de asistir al centro escolar. Y, eliminados los padres de ese ámbito (en contra de lo que dicta la Constitución, además) el Estado transmite la orientación que dictan grupos de presión (lobbies). Una joyica de ingeniería social.
Y no todos los que se oponen a este rodillo son ajados puritanos. Miren si no a la atractiva y sexualmente interesante Catherine Millet que, junto a otras valientes, está siendo linchada por la censura progre a raíz de su reciente defensa de la libertad en estos lares.

Pues por ahí podría andar también Vargas Llosa, si lo entiendo bien. Y ahí lo dejo como aviso a navegantes. Por si interesa:

«Sacar al sexo de las alcobas para exhibirlo en la plaza pública es, paradójicamente, no liberalizarlo sino regresarlo a los tiempos de la caverna, cuando, como los monos y los perros, las parejas no habían aprendido todavía a hacer el amor, sólo a ayuntarse»,
Mario Vargas Llosa, La civilización del espectáculo

martes, 6 de febrero de 2018

Autoridad y tarea del intelectual, si las hubiera

Se dice de alguien que es una autoridad cuando exhibe la excelencia en algún ámbito o, como dicen los latinos: auctoritas est iudicium sapientis in sua scientia. De modo que hay quien es una autoridad en historia y quien lo es en el tenis o en la medicina.
No son pocos los intelectuales modernos y postmodernos que parecen haber perdido todo rastro de autoridad.
Quizá porque no saben lo suyo o lo que los demás juzgan que debiera saber el intelectual, que podría ser.
O quizá porque no abordan con rigor su tarea y, dejándose llevar (que es muy pasivo, más de actor que de autor) por las carantoñas de las pasiones políticas (al decir de Benda), “posan”, “hacen como sí”, cacarean eslóganes.
Que es rentable, claro. Pero no era eso. Porque si el intelectual tiene algo que aportar, será algo más bien activo que pasivo, algo más de autor que de actor, algo más que lo arraigue, lo enraice y vitalice  que algo que lo convierta en un vocero de causas progres, comprometidas y a la moda, predecible y prescindible.

Algo de esto le entiendo a Vargas Llosa. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«otra de las razones de la pérdida de «autoridad» de muchos pensadores de nuestro tiempo: no eran serios, jugaban con las ideas y las teorías como los malabaristas de los circos con los pañuelos y palitroques, que divierten y hasta maravillan pero no convencen»,
Mario Vargas Llosa, La civilización del espectáculo

lunes, 5 de febrero de 2018

Modos del progreso


La ciencia obtiene conocimientos aplicando un método a un ámbito parcial. Y por eso hay distintas ciencias: porque cada una tiene su parcela y cada una tiene su método.
Que tan científica es la biología que cuenta las patas de bichitos pequeños como la matemática que construye mundos coherentes que ni sabe ni le importa si existen o no.
Pero la ciencia no es la única mirada posible a nuestro mundo. Cuando quien mira es sabio, descubre otros modos de mirar. Algunos más valiosos. Algunos más divertidos. Ninguno científico. Todos humanos. Y, por eso, al afirmar su parcela y su método, afirman su validez y su dignidad. Pero no niegan que haya otros modos de mirar, otros métodos y otros campos de verdad, bien y belleza.

Algo de esto dice Vargas Llosa, si lo entiendo bien. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«Las ciencias progresan, como las técnicas, aniquilando lo viejo, anticuado y obsoleto, para ellas el pasado es un cementerio, un mundo de cosas muertas y superadas por los nuevos descubrimientos e invenciones. Las letras y las artes se renuevan pero no progresan, ellas no aniquilan su pasado, construyen sobre él, se alimentan de él y a la vez lo alimentan, de modo que a pesar de ser tan distintos y distantes, un Velázquez está tan vivo como Picasso y Cervantes sigue siendo tan actual como Borges o Faulkner»,
Mario Vargas Llosa, La civilización del espectáculo

sábado, 3 de febrero de 2018

La coherencia sexual de la progresía

Cuando no se entiende bien de qué va la progresía, parece como desorientada, contradictoria. Antaño reclamando amor libre y sexo a cascoporro y hoy censurando piropos y ninfas. Unas veces una cosa; otras, la contraria. Pero siempre imponiendo lo suyo, siempre incordiando el normal sentir de la peña, siempre con el impagable apoyo del ejército de tontos útiles que ¡son más buenos! Más buenos que listos, en cualquier caso.

Algo de esto le entiendo a Vargas Llosa. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«El erotismo ha desaparecido, al mismo tiempo que la crítica y la alta cultura. ¿Por qué? Porque el erotismo, que convierte el acto sexual en obra de arte, en un ritual al que la literatura, las artes plásticas, la música y una refinada sensibilidad impregnan de imágenes de elevado virtuosismo estético, es la negación misma de ese sexo fácil, expeditivo y promiscuo en el que paradójicamente ha desembocado la libertad conquistada por las nuevas generaciones».

Mario Vargas Llosa, La civilización del espectáculo

viernes, 2 de febrero de 2018

Cuando se espera el escándalo


Nuestras expectativas condicionan notablemente nuestra valoración y comprensión de la realidad. La misma calificación es valorada de un modo muy diferente por alumnos con elevadas o bajas expectativas, y así con todo.
Burlar lo que otros esperan, desconcertarlos, sorprenderlos y, en una palabra, escandalizarlos sólo puede hacerse haciendo algo insólito. Pero cuando lo que se espera es la provocación, ya no sorprende y se aplaude (o se repele, tanto da) que el personaje haga bien su papel.
El artista que procede así es un actor, un ejecutante más o menos habilidoso, más o menos gracioso. Pero no es un creador, alguien que zarandea los “lugares comunes” provocando la reflexión, la mejora…

Algo de esto dice Vargas Llosa, si lo entiendo bien. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«En nuestros días, en que lo que se espera de los artistas no es el talento, ni la destreza, sino la pose y el escándalo, sus atrevimientos no son más que las máscaras de un nuevo conformismo»,
Mario Vargas Llosa, La civilización del espectáculo