La libertad es, quizá,
uno de los logros de los tiempos modernos. De lo mejor. Y es, por eso, sinónimo
de lo mejor de lo humano: dignidad, autonomía, lucidez respecto al sentido de
nuestra vida o, lo que es lo mismo, claridad sobre qué camino hemos de seguir
para alcanzar nuestra propia plenitud… Ahí es nada.
Hay que ser muy ingenuo
para confundir la libertad (incluso en su sentido más pobre: como emancipación)
con un automatismo, con una ganancia mecánica y no como una ampliación del
campo de juego: se puede ganar más pero también se puede perder más. Hay que espabilar más.
O algo de esto le
entiendo a Vargas Llosa. Y ahí lo dejo. Por si interesa:
«La libertad es un bien precioso, pero no está
garantizada, a ningún país, a ninguna persona, que no sepan asumirla,
ejercitarla y defenderla»,
Mario Vargas Llosa, La civilización del espectáculo