La metamorfosis en la sociedad kafkiana
Manuel Ballester
Decir que una situación es kafkiana es, quizá sin saberlo,
aludir al enfoque que Franz Kafka (1883-1924) llevó a cabo al señalar alguna de
las dificultades en que se encuentra el hombre moderno. En eso coincide con
pensadores existencialistas y con la literatura y la filosofía del absurdo, a
los que aporta rasgos propios. Reconocen haber sido influidos por su obra
autores como Albert Camus, Jean Paul Sartre, Jorge Luis Borges o Gabriel García
Márquez.
Su relato corto La
metamorfosis (Die Verwandlung, 1915) también traducido como La transformación,
describe el cambio de “forma” que sufre el protagonista, Gregor Samsa.
¿Quién es Gregor y qué le
ocurre? Es un hombre honesto, laborioso, que con su trabajo serio mantiene a
sus padres y a su hermana. Un buen hombre, como hay tantos. Y, precisamente por
eso, lo que le ocurre bien podría sucederle a cualquiera. Veámoslo.
“Cuando Gregor Samsa se despertó una mañana después de un
sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso
insecto”. Es la transformación, la metamorfosis. Él es el primer sorprendido.
No sabe cómo ha perdido su habitual forma humana. El lector tampoco lo sabe y entra
en un ambiente propio del realismo mágico para acompañar a Gregor. Quizá
simplemente para asombrarse con él, quizá para averiguar la causa de tan
original metamorfosis.
Sorprende que, tras constatar que se ha convertido en un
insecto, lo que le preocupa es que su nueva forma le impide cumplir con sus
obligaciones profesionales. El trabajo es importante para él, “no había estado
enfermo ni una sola vez” y así lo atestigua su padre cuando indica que “el
chico no tiene en la cabeza nada más que el negocio”.
Gregor es el tipo de hombre cuyo trabajo es simultáneamente su
vida, el sustento de su familia y su aportación a la sociedad. Es, lo hemos
dicho, un hombre cumplidor. Del mismo modo que lo es una hormiga o una abeja en
sus respectivas comunidades. Desde esta perspectiva, no es tan extraño que este
tipo de hombre acabe adoptando la forma de un insecto. Sólo sorprende que tarde
tanto tiempo en darse cuenta.
El insecto constituye una sociedad cerrada en la que el
individuo es una función (obrera, reina) y nada más. Si el hombre se integra en
una sociedad exclusivamente desempeñando su función, su trabajo, entonces se
des-humaniza, entonces su forma no es humana sino inferior, no es persona sino
insecto.
Aquí hay un matiz que es relevante para no perderse en la
comparación. Las funciones son necesarias. Si un insecto social no realiza su
función, no sólo se resiente su comunidad sino que él mismo carece de sentido y
muere; en las sociedades de insectos, el individuo no importa: lo importante es
la función. En la sociedad humana no es así hasta el punto de que cabe
plantearse si es la sociedad la que existe en función del individuo. Así lo
entiende Kant cuando afirma que sólo la persona (individual) es fin.
Que la persona sea importante no le exime de trabajar,
obviamente. Cuando el individuo humano se integra en una sociedad tiene que
hacer su aportación, tiene que contribuir con su trabajo y desempeñar una
función. Pero no como lo hace un insecto, naturalmente. Hay un modo humano de
trabajar y de vivir, y nos va mucho en acertar con la forma correcta. Gregor se
equivoca. Es honesto, cumplidor, concienzudo, cuida a su familia pero hace todo
eso del mismo modo en que un insecto desempeña su función.
Las sociedades humanas son sociedades abiertas. Y eso
significa que en ellas hay costumbres, hábitos, leyes, del mismo modo en que en
las asociaciones animales hay instinto. Pero hay también pensamiento. Si un
insecto fuese consciente, no concebiría en su vida nada distinto de cualquier
otro miembro de su sociedad que realizase el mismo trabajo. La inteligencia,
por el contrario, abre al hombre un campo de interioridad, de asombro, de
libertad, de creatividad y plenitud personales. El hombre entiende su puesto en
el mundo. Y lo entiende como un deber al que puede sustraerse o no. Eso no
tiene sentido para una hormiga concienzuda y cumplidora pero sí lo tiene para un
hombre que libremente asume esa tarea.
El hombre no sólo entiende su función; también entiende que
su vida es mucho más. La inteligencia le muestra un campo abierto para
construir nuevas vías para su vida y para el mundo humano, ámbitos de reforma,
de progreso, de plenitud. Y todo eso es la libertad. Y todo eso es la vida
afrontada de forma humana. Y todo eso que es imposible para el insecto, es la
forma normal de la vida humana. Al no pensar esa posibilidad y limitarse al
digno cumplimiento de su tarea, Gregor va viviendo cada vez menos como hombre,
cada vez más como un insecto.
En el caso de las personas, las tareas pueden enfocarse de
varias formas. Cuando Gregor no puede seguir manteniendo a la familia, sus
padres y su hermana han de hacerlo por sí mismos. Trabajan, en suma. Pero si
Gregor y los insectos trabajan por instinto, siguiendo la necesidad, ellos
trabajan (y así cumplen) para disponer de ocio, para poder disfrutar del tiempo
junto a sus seres queridos.
Aunque no lo sepa, el insecto trabaja para que su sociedad
funcione. El hombre tiene que pensar su vida y entender su sentido. Para ser
persona hay que realizar la función que nos corresponde en la sociedad y ganar
tiempo para nosotros, para cultivar humanamente la individualidad, la personalidad.
Por decirlo con Bergson: “Reconocer a un hombre consiste en distinguirlo de
otros hombres, pero reconocer a un animal es normalmente darse cuenta de la
especie a la que pertenece”, caracteres individuales del hombre frente a
genéricos en el animal.
En ambos tipos de sociedades hay individuos y comunidades. Y
los individuos desempeñan funciones que permiten mantenerse a sus sociedades. Un
observador poco perspicaz no vería la diferencia y pensaría que la
transformación de Gregor en insecto es una situación absurda, kafkiana. Así
viven algunos de nuestros contemporáneos. Es una situación kafkiana,
ciertamente. Pero muy comprensible: si se articula la vida de una forma que no
es humana, lo lógico es des-humanizarse.
Publicado en Aleteia, 3 mayo 2020
https://es.aleteia.org/2020/05/03/la-metamorfosis-en-la-sociedad-kafkiana/
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