Los mejoradores de la humanidad a veces tienen buenas intenciones.
Es verdad que, según dicen los viejos católicos, el camino
del infierno está empedrado de buenas intenciones.
Pero tener buenas intenciones ya es algo.
Luego hay que acertar. No vaya a ser que para mejorar la
humanidad empecemos cortándoles el cuello a los hombres concretos, que no sería la primera vez.
Algo de esto le entiendo a Chesterton cuando dice que hay
quienes
«quieren anticiparse a la naturaleza haciendo algo, cualquier cosa. Como es posible que tengamos alas algún día, se apresuran a cortarse las piernas ¡Y a lo mejor la naturaleza lo que quiere […] es convertirnos en ciempiés!»
Chesterton, Ortodoxia, 122
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