Todos tenemos cualidades.
Podemos
entenderlas como cosa nuestra, como rasgos que permiten nuestro progreso (al
margen de qué entendamos por “progreso”).
Podemos
entenderlas integrando lo anterior en el seno de las comunidades a las que
pertenecemos.
Algo de esto le
entiendo a Manzoni:
«Dios me ha dado
bienes para que haga el bien;
Dio m’ha dato del bene, perché faccia del bene»,
Manzoni, Los novios, XVIII, 324
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