Una vez tomada la medicina, Pinocho disfruta de su
vitalidad recobrada, salta y retoza ágil y alegre.
Entonces el hada le dice:
«- Ven ahora junto a mí y cuéntame cómo llegaste a caer en
manos de los asesinos».
Al pedirle que cuente, le está invitando a pensar, a
reflexionar sobre el camino que ha seguido para llegar a esa mala situación.
Pinocho cuenta. Y en la narración expresa lo que sabe de sí mismo, lo que
entiende del mundo, lo que comprende de sus circunstancias, lo que percibe
sobre el sentido de su vida y las cosas que le atañen. El relato expone, en
fin, el grado de autoconciencia que ha alcanzado Pinocho.
No es la primera vez. En el capítulo 7, después de que le
ardieran los pies, Geppetto le preguntó qué le había pasado, le pidió lo mismo
que le pide ahora el hada: un relato. Entonces el relato fue caótico, y, de
hecho, Geppetto «de aquel embarullado discurso sólo entendió una cosa: que el
muchacho estaba muerto de hambre». El relato actual, por el contrario, es una
narración coherente. Describe un itinerario, Pinocho capta su vida como algo
con sentido. Entonces lo hizo mal, pero no sabía qué había pasado, ignoraba que
había una relación entre sus actos y las consecuencias de los mismos; ahora sí,
ahora ve que su mala situación tiene que ver con sus malas acciones. Hay
todavía lagunas, aspectos que no capta (sigue pensando que la Zorra y el Gato
son «bellísimas personas», por ejemplo). Aquí ha madurado, tiene una visión
clara de lo que le pasa. No se resuelve sólo con saberlo, pero ya es algo.
Es de destacar que en ambas ocasiones Pinocho dice su
verdad, lo que él entiende de su vida. Ocurre que, al principio, Pinocho no se comprende
a sí mismo, no sé da cuenta de qué (le) está pasando, va tirando, no dirige su
vida (sigue impulsos que no controla ni conoce); por el contrario, ahora narra
organizadamente, lo que cuenta es un resumen coherente de lo que le ha pasado.
Sigue portándose mal, pero va madurando (cada vez se conoce mejor), va ganando
una conciencia cada vez más lúcida de lo que pasa en su vida y de que él es
responsable de que le vaya mal.
Ha dado, pues, un paso importante: saber qué ocurre
(diagnóstico).
Va madurando: tiene cada vez mayor conocimiento de sí mismo,
de cómo es, de cómo reacciona ante determinadas situaciones. Y ese conocimiento
de sí mismo es importante en cuanto que le pone en situación de esquivar las circunstancias
en que suele actuar contra su mejor yo y propiciar ocasiones en que suele reaccionar
bien; eso no significa que ya no se vayan a cometer errores, obviamente. Va
mejorando, pero no es perfecto. Se encontrará, además, con problemas nuevos.
Ir madurando es encontrarse con problemas nuevos y ser capaz
de superarlos porque ya tengo una trayectoria (un hábito, una confianza)
derivada de haber ido fortaleciéndose, haciéndose fuerte sin endurecerse.
Porque eso es lo que hacemos cuando vamos afrontando las dificultades: ganando
en fuerza y en confianza en nosotros mismos, porque nos vemos capaces de lograr
nuestra mejor posibilidad. Vendrán, pues, nuevos problemas. Pero si nos
conocemos bien y reconocemos nuestra valía, sabremos estar a la altura que nos
corresponde.
Estos planteamientos, tan esperanzadores como ciertos, han
de acrisolarse en las acciones concretas que se nos pongan delante.
Y a Pinocho lo vemos hablando con el hada. A ver qué actitud
adopta ante ella. Y gracias a Collodi, que permite que los lectores sepamos un
poquito más que Pinocho, ya sabemos qué es el hada.
Veremos ahora cómo se desarrollan los acontecimientos entre
Pinocho y el hada, qué hacen, qué dicen, qué pasa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario