martes, 22 de octubre de 2013

17.2. El relato de Pinocho









Una vez tomada la medicina, Pinocho disfruta de su vitalidad recobrada, salta y retoza ágil y alegre.
Entonces el hada le dice:

«- Ven ahora junto a mí y cuéntame cómo llegaste a caer en manos de los asesinos».

Al pedirle que cuente, le está invitando a pensar, a reflexionar sobre el camino que ha seguido para llegar a esa mala situación. Pinocho cuenta. Y en la narración expresa lo que sabe de sí mismo, lo que entiende del mundo, lo que comprende de sus circunstancias, lo que percibe sobre el sentido de su vida y las cosas que le atañen. El relato expone, en fin, el grado de autoconciencia que ha alcanzado Pinocho.

No es la primera vez. En el capítulo 7, después de que le ardieran los pies, Geppetto le preguntó qué le había pasado, le pidió lo mismo que le pide ahora el hada: un relato. Entonces el relato fue caótico, y, de hecho, Geppetto «de aquel embarullado discurso sólo entendió una cosa: que el muchacho estaba muerto de hambre». El relato actual, por el contrario, es una narración coherente. Describe un itinerario, Pinocho capta su vida como algo con sentido. Entonces lo hizo mal, pero no sabía qué había pasado, ignoraba que había una relación entre sus actos y las consecuencias de los mismos; ahora sí, ahora ve que su mala situación tiene que ver con sus malas acciones. Hay todavía lagunas, aspectos que no capta (sigue pensando que la Zorra y el Gato son «bellísimas personas», por ejemplo). Aquí ha madurado, tiene una visión clara de lo que le pasa. No se resuelve sólo con saberlo, pero ya es algo.

Es de destacar que en ambas ocasiones Pinocho dice su verdad, lo que él entiende de su vida. Ocurre que, al principio, Pinocho no se comprende a sí mismo, no sé da cuenta de qué (le) está pasando, va tirando, no dirige su vida (sigue impulsos que no controla ni conoce); por el contrario, ahora narra organizadamente, lo que cuenta es un resumen coherente de lo que le ha pasado. Sigue portándose mal, pero va madurando (cada vez se conoce mejor), va ganando una conciencia cada vez más lúcida de lo que pasa en su vida y de que él es responsable de que le vaya mal.

Ha dado, pues, un paso importante: saber qué ocurre (diagnóstico).

Va madurando: tiene cada vez mayor conocimiento de sí mismo, de cómo es, de cómo reacciona ante determinadas situaciones. Y ese conocimiento de sí mismo es importante en cuanto que le pone en situación de esquivar las circunstancias en que suele actuar contra su mejor yo y propiciar ocasiones en que suele reaccionar bien; eso no significa que ya no se vayan a cometer errores, obviamente. Va mejorando, pero no es perfecto. Se encontrará, además, con problemas nuevos.

Ir madurando es encontrarse con problemas nuevos y ser capaz de superarlos porque ya tengo una trayectoria (un hábito, una confianza) derivada de haber ido fortaleciéndose, haciéndose fuerte sin endurecerse. Porque eso es lo que hacemos cuando vamos afrontando las dificultades: ganando en fuerza y en confianza en nosotros mismos, porque nos vemos capaces de lograr nuestra mejor posibilidad. Vendrán, pues, nuevos problemas. Pero si nos conocemos bien y reconocemos nuestra valía, sabremos estar a la altura que nos corresponde.

Estos planteamientos, tan esperanzadores como ciertos, han de acrisolarse en las acciones concretas que se nos pongan delante.

Y a Pinocho lo vemos hablando con el hada. A ver qué actitud adopta ante ella. Y gracias a Collodi, que permite que los lectores sepamos un poquito más que Pinocho, ya sabemos qué es el hada.

Veremos ahora cómo se desarrollan los acontecimientos entre Pinocho y el hada, qué hacen, qué dicen, qué pasa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario