«Al mismo tiempo que la percepción de lo real, la ideología
suspende el ejercicio de la conciencia moral. Más exactamente, es la ideología
la que sirve de criterio para distinguir entre el Bien y el Mal. Bajo su
imperio, una baja calumnia, una injuria abyecta, resulta lícita cuando se trata
de herir a un recalcitrante. El ideólogo no desea conocer la verdad, sino
proteger su sistema de creencias y abolir, espiritualmente, ya que no puede
hacer nada mejor, a todos los que no creen lo mismo que él. La ideología se
fundamenta en una comunión en la mentira, implicando el ostracismo automático
de quienquiera que rehúse compartirla. Ésa es la razón por la cual implica
simultáneamente la suspensión de las facultades intelectuales y del sentido
moral»,
Jean-François Revel, El
conocimiento inútil
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