La
experiencia de algo, la vivencia en primera persona, no es nada si no se
incorpora en una vida comprendida, con sentido. Así se entiende lo que se vive, así nos entendemos a nosotros mismos.
Aunque todos experimenten el mismo paisaje, no es lo mismo el vagabundo
o el turista que el peregrino porque, como diría Kant, la intuición sin conceptos es
ciega.
Algo de
esto le entiendo a Gabriel Zaid. Y ahí lo dejo, por si interesa:
«A toda
persona le llega la visitación de una “noche del alma”. Pero uno, Juan de la
Cruz, sabe leerla, reconocerla y sufrirla, mientras otro dice: “Qué aburrido me
siento” y se pone a ver la televisión», Lo expresivo y lo oprimente, p. 38.
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