El contenido, el asunto o, por mejor decir, los asuntos
sobre los que podemos fijar nuestra atención son tantos (quizá infinitos) que
se requiere un acto de la voluntad que interrumpa la deliberación. Es como si
la razón no se quedase quieta y satisfecha al considerar un único asunto,
porque ve la limitación de lo que se ha elegido y se ve llevada a no dejar escapar
otros aspectos. Algo de esto pasa en la deliberación, cuando se trata de seleccionar
tema de escritura y cuando se trata de elegir muchas cosas en la vida.
Quizá sea esto lo que Flannery O’Connor deja escrito en uno
de sus cuentos. Y ahí lo dejo, por si interesa:
«debía pensar un tema para el relato que iba a escribir.
Eran tantos los temas sobre los que se podía escribir un cuento, que a la
señorita Willerton nunca se le ocurría ninguno. Era siempre la parte más
difícil de escribir un cuento, ella siempre lo decía. Dedicaba más tiempo a
pensar en algo sobre lo que escribir que a la escritura en sí», La cosecha, p. 63.
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