La precisión de las
matemáticas o la poesía no conviene a todos los saberes.
Pero quien se
acostumbra al rigor, a la racionalidad, en una disciplina sabrá luego detectar (y
evitar) la chapuza, la golfería, el infantilismo, en otros ámbitos.
Romper esa armonía es
resquebrajar la vida humana.
Quizá por eso el
Estado totalitario se empeña en facilitar conductas impulsivas, pulsionales,
que no supongan esfuerzo ni mérito. Porque así el individuo reaccionará odiando
o amando lo que el tirano le muestre en cada instante. Así es como se consigue
un esclavo gozoso, es decir, sin razón.
Algo de esto le
entiendo a Huxley. Y ahí lo dejo. Por si interesa.
«La educación moral nunca, en ningún caso, debe ser racional», Un mundo feliz.
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