El hombre tiene que averiguar cuál es su camino en la vida. Una de las características de los animales, los rebaños, las masas humanas es que no buscan, que su forma de sentir y caminar por la vida les viene dada.
Ese
camino tan moderno es degradante. Supone, entre otros aspectos, lo que Simone
Weil llama el desarraigo, que lo más íntimo nuestro sea silenciado a favor de
ideologías, modas y otros modos de dirigir al rebaño humano.
Algo de
esto le entiendo a Hesse cuando dice:
«Fui y
sigo siendo un buscador, pero ya no busco en las estrellas ni en los libros,
empiezo a escuchar las enseñanzas que me comunica la sangre por dentro;
Ich war ein Suchender und bin es noch, aber ich suche nicht mehr auf den Sternen und in den Büchern, ich beginne die Lehren zu hören, die mein Blut in mir rauscht»,
Hesse, Demian, 10
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