martes, 19 de noviembre de 2024

Amor: regalo y tarea

 




El amor tiene buena prensa. Merecidamente, sin duda.

Tiene algo de cielo y de infierno; y también de purgatorio… tiene, por tanto, un poco de todo; es sublime siempre y, a veces, penoso.

Es un regalo que recibimos sin merecerlo, como la flecha que nos lanza Cupido y nos llena de deseo; pero es también una tarea, una decisión firme. Es, por tanto, camino y destino, tierra y cielo.

Quizá por eso el amor nos atrae y nos desconcierta. No es sólo deseo ni sólo tarea esforzada; es una paradoja viva que nos impulsa a seguir adelante, soñando con ese cielo que creamos al compartir el camino. 

Está compuesto de voluntad (hay que querer) y de impotencia (hay que ser amado).

Es este delicado equilibrio entre querer y ser querido lo que da al amor su fuerza y su fragilidad. No podemos exigirlo ni apropiárnoslo; sólo podemos esperarlo y vivirlo agradecidamente, confiando en que, al entregarnos, transformaremos cada paso en un reflejo y un camino hacia el cielo. 

Algo de esto me sugiere José Alfonso Romero Pérez-Seguín cuando dice:

 

“quiero ir contigo allí donde vayas,

Y que allí donde vayas sea el cielo”

 

José A. R. Pérez-Seguín, Como flores de almendro


No hay comentarios:

Publicar un comentario