Nuestra
inteligencia maneja relativamente bien los objetos. La ciencia rigurosa se
centra precisamente en cualidades de la realidad que podemos abordar
objetivamente.
Pero el hombre
no es una cosa. O no sólo. El hombre es un misterio. Si ya nos cuesta entendernos a nosotros mismos, entender
a los demás es más difícil aún. Quizá requiera apertura y una altura moral
difícil de conseguir. Un misterio, un reto.
Quizá por eso Turguénev dice lo que dice. Y ahí lo dejo. Por si interesa:
Quizá por eso Turguénev dice lo que dice. Y ahí lo dejo. Por si interesa:
«El hombre es
capaz de comprender cómo se estremece el éter y lo que pasa en el sol, pero que
un hombre se suene la nariz de distinto modo que él, eso le resulta
incomprensible», Turguénev, I., Padres e hijos, cap. XXIII, p.
151.
No hay comentarios:
Publicar un comentario