En la escritura que merece ser compartida con un público hay
una vivencia que pugna por abrirse paso. Y un saber hacer.
Quizá sería imprudente, al menos, considerar que toda
vivencia, todo impulso, toda pasión, merecen ser encauzados con maestría y
expuestos a un lector ajeno.
La criba y depuración no atañe, entonces, sólo a la forma del texto. También el contenido requiere discernimiento.
Algo de esto parece decir Gabriel Zaid. Ahí lo dejo. Por si
interesa:
«Los que se las saben todas pueden tomar cualquier impulso
por su lado manejable, encauzarlo y escribir un poema redondo. De poemas que
están bien, pero nada más, está lleno el mundo», Poemas fallidos, 101.
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