Ciertas
ideologías se empeñen en dar el primer premio a todos.
Por el contrario,
parece esencial a la realidad, que en toda competición sólo uno sea el primero,
el mejor. Cuando hay una meta, un objetivo, es inevitable que uno lo alcance
antes que otros y que haya una escala, una gradación: unos pocos en la cumbre,
el pelotón y unos pocos rezagados.
Algo de esto le
entiendo a Cervantes cuando dice que
«nunca lo bueno fue mucho»
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