Si el ideal es
auténtico, verdaderamente grande, entonces se camina animosamente por la vida.
Y da igual qué circunstancias se presenten. Porque el modo de actuar vendrá
regido por la altura de miras.
Algo de eso debió
pensar Don Quijote cuando
«prosiguió su camino, sin llevar otro que aquel
que su caballo quería, creyendo que en aquello consistía la fuerza de las aventuras»
No hay comentarios:
Publicar un comentario