domingo, 1 de agosto de 2021

Los cubanos ante la encrucijada

 




Los cubanos ante la encrucijada

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

Dice Nietzsche que sólo vale la pena leer lo que se ha escrito con la sangre de sus autores. Y podría tener razón.

Hannah Arendt, judía alemana en tiempos de Hitler, con Los orígenes del totalitarismo nos legó un diagnóstico de las condiciones sociales y personales que hicieron posible que la gente, el pueblo (Das Volk), aclame a un líder totalitario. El comunismo, mucho más totalitario que el nazismo (como demuestra Arent y corrobora un simple vistazo a la historia del siglo XX) ha integrado en su maquinaria de “difusión de odio mediante la mentira” (así lo define Orwell en Homenaje a Cataluña) un elemento nada desdeñable: la propaganda.

El comunismo es la ideología más letal en la historia de la humanidad y, también, la que con mayor eficacia maneja los hilos de la manipulación (controlando la educación, los medios de comunicación y la cultura). El montaje, de Vladimir Volkoff muestra cómo teje esta ideología su red de extorsión, con prebendas para quien venda su alma a este diablo y con severas puniciones para quien ose decir que el rey está desnudo. Con sangre se han escrito los libros citados. También se dejó la vida a jirones Solzhenitsyn para describir en Archipielago Gulag en qué acaba la mentira socialista.

Cuba. Cuba no es sólo Cuba. No se trata de que una isla paradisíaca, con gente encantadora, haya sido engañada, envilecida, sumida en la miseria material y degradación moral. No se trata, decimos, de que quienes se llenan la boca de feminismo no tengan nada que decir de las jineteras cubanas. Ni de tantas otras incoherencias. Porque, lo dijo Orwell, mienten. Es una mentira mantenida con las armas y con la desvergüenza de intelectuales vendidos (a las pasiones políticas, dirá Benda en La traición de los intelectuales; a sus pasioncillas, a su fama y buena vida, sin más, que diría Volkoff).

Porque se vive bien del comunismo. Las cosas como son. Sólo hay que renunciar a la conciencia, la verdad… y esperar que lo que hoy le hacen a otros, no acaben haciéndoselo a uno. Que el sistema da muchas vueltas.

Si se tiene el control de la educación, de la maquinaria de manipulación (medios de comunicación y cultura) y el monopolio de la fuerza, ¿qué puede fallar? ¿Cómo podríamos escapar de ese infierno en la tierra?

La realidad. La realidad de que el rey está desnudo y que el comunismo mata el alma de la gente. Porque hay alma. Y anhelo de vida digna.

Dicen que Nerón fue un artista y uno de los mayores artífices de mártires. La vida (de los otros) al servicio del artificio. ¿Y quién conoce hoy la obra de Nerón? Pero forzó las cosas de modo que mientras algunos se sometieron, otros escribieron su nombre en la eternidad. Con sangre, que es como escriben los grandes hombres.

Si hoy el Gulag cubano apunta posibilidades de ganar la libertad, no cabe dudar que los resortes internos y el apoyo externo (cobarde o interesado) tensarán la situación. Forzarán que cada cubano elija entre la sumisión o la grandeza.

Dice Nietzsche que lo que se escribe con sangre es lo que nos hace grandes, dignos, humanos. Letras de Parnaso es un espacio de verdad, de libertad, de grandeza. Comprendemos la debilidad, la cobardía y la vileza de algunos. Pero estamos con la grandeza, con nuestros hermanos cubanos, con Cuba libre.



Publicado en la sección "Comprometidos con y por la libertad de Cuba" de la revista Letras de Parnaso, nº 69, pp. 12-13:

1 comentario:

  1. Magnífica reflexión Manuel. Orwell conoció de primera mano la terrible ofensa que supone seguir manteniendo, desde un mundo libre, la sana libertad de los encarcelados.
    No escribimos con sangre, escribimos con la sangre de otros, por eso no nos hace, tal como sostenía Nietzsche, ni dignos, ni grandes ni humanos.
    Este criminal seguidismo es la gran tragedia de la humanidad.
    Un fraternal abrazo.

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