Contigo o el coraje de
estar ahí
A propósito de Barraca, J., Contigo,
Ed. Ygriega, Madrid, 2025
Hay libros que, al leerlos, no exigen análisis, sino
presencia. No buscan deslumbrar con argumentos ni entretener con anécdotas,
sino estar. Contigo, la más reciente obra de Javier Barraca,
pertenece a esa rara estirpe de textos que no se leen para pasar el tiempo,
sino para habitarlo.
Como en sus anteriores libros (Perdón, Persona o De la vivienda al hogar), Barraca entrelaza forma breve y pensamiento largo. Aquí, sin embargo, hay algo más esencial, más despojado. El título no engaña: Contigo es un libro sobre la compañía, sobre ese gesto callado pero radical de estar con otro ser humano. Estar incluso cuando no se puede hacer nada más. Estar, incluso cuando ya no se puede hacer nada.
El libro se compone de breves relatos, esbozos, fragmentos
narrativos que rozan lo poético sin perder lo concreto. No hay argumento en
sentido clásico, pero sí trama existencial. En cada página late una misma
pregunta: ¿qué significa realmente estar con alguien?
Y la respuesta no se articula con conceptos, sino con
gestos. Estar junto al que sufre. Escuchar cuando ya no quedan palabras.
Acompañar la enfermedad, el duelo, el miedo. No para salvar al otro (eso sería
arrogancia) sino para no abandonarlo. Porque estar contigo en las malas es
hacer que ya no sean tan malas. Y estar contigo en las buenas es celebrar,
compartir, alegrarse juntos: no sólo porque hay algo que celebrar, sino porque
hay alguien con quien celebrarlo. Y eso amplifica la alegría.
En este sentido, Contigo es un libro valiente. No
recurre a teorías ni a consuelos prefabricados. No vende superación personal ni
promete recompensas. Al contrario: reconoce el dolor, la pérdida, el límite.
Pero lo hace desde una ternura que no es sentimentalismo, sino presencia
lúcida. Una ternura que se atreve a mirar de frente, y, al hacerlo, transforma.
Hay ecos de Buber, de Lévinas, incluso de Simone Weil. Pero
también hay algo muy suyo, muy Barraca: esa mezcla de profundidad y pudor, de
hondura ética y contención estética. No hay exhibicionismo emocional ni
retórica. Sólo alguien que mira de cerca la fragilidad humana y decide no
apartar la vista.
Si Perdón era un descenso al alma
herida, y Persona una crítica del simulacro contemporáneo, Contigo
es una especie de retiro interior. No invita a combatir, sino a acompañar. No
llama a resistir, sino a cuidar. Y lo hace sin ruido, como se hacen las cosas
importantes.
Este no es un libro para todos los públicos. Exige haber
vivido. O, al menos, haber amado. Porque quien no ha perdido, quien no ha
temido por otro, quizá no entienda su tono ni su urgencia. Pero quien haya
estado alguna vez en la noche con otro, sin saber qué hacer salvo estar ahí… lo
reconocerá de inmediato.
Y es que, en un tiempo donde todo nos empuja a la
productividad, a la utilidad, a la espectacularidad, Contigo
recupera una verdad antigua: que hay momentos en los que no se puede hacer
nada… salvo lo más humano: estar.
No es poca cosa.
Publicado en la revista Letras de Parnaso, Año XII (II Etapa), nº 95 (Diciembre 2025), ISSN 2387-1601, p. 140:
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