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Jaime Ballester (2013) |
«El titiritero Comefuego (ese era su nombre) parecía un
hombre espantoso… pero, en el fondo, no era mala persona».
En el capítulo anterior vimos al titiritero actuando como
cualquier otro titiritero. Realizaba los quehaceres que cabe esperar de todos
los titiriteros: poner orden en el teatro, coordinar las funciones de los
títeres o, lo que es lo mismo, organizar el sistema compuesto por él mismo, los
títeres y el público.