El mundo moderno se construye sobre la idea de que somos individuos, autónomos, autores únicos de nuestra vida.
Curiosamente el
niño, que no es autonomo, que necesita recibir todo y cuya actitud debiera ser
de gratitud, no encaja en ese esquema. O eso le entiendo a Houellebecq cuando
dice del niño que
«su egoísmo no tiene
límites; esa es la consecuencia de la existencia individual»,
Houellebecq, Las partículas elementales, 182
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