27.2. Pelea con sus compañeros
Reconocer el valor del profesor y ser reconocido por él significa situarse en un determinado plano de la existencia o, lo que es lo mismo, vivir de una determinada manera. Desde otro punto de vista, reconocer y ser conocido por unos golfillos que se aburren ante el maestro implica también situarse en la vida de un determinado modo, significa aceptar como valioso el estilo de vida del golfo.
Los chicos han pedido a Pinocho que se acomode a su modo de
entender la vida y será recibido con los brazos abiertos. En caso contrario,
advierten, que «no te miraremos más a la cara y nos las pagarás a la primera
ocasión».
No mirarlo a la cara, no reconocerlo, es negarle la acogida.
Es privarlo de algo esencial ya que, al decir de Kant, tenemos «dos tendencias
naturales: a ser amados y a ser respetados» (Lecciones de ética). Por eso
la amenaza es seria.
Pinocho es llevado ante una nueva encrucijada. No cabe pacto
entre ambos planteamientos. Debe decidir. O elige la escuela (la construcción
de la propia vida de modo que valga la pena ser vivida) u opta por el
esparcimiento (el ir pasando el tiempo lo mejor posible, sin más proyección ni
significado).
Están en juego dos
estilos de vida irreconciliables. Pinocho quiere seguir formándose, mejorando,
madurando; los chicos quieren seguir ignorando la profundidad de la existencia,
reconociendo únicamente las trivialidades divertidas de la vida.
Señalemos, brevemente, la disimetría de ambas concepciones:
los golfillos necesitan que el ámbito formativo carezca de valor, no exista o,
al menos, no sea reconocido; el planteamiento que aquí afirmará Pinocho, sin
embargo, es compatible con la diversión, con disfrutar de las trivialidades, a
condición de no negar su respectiva realidad ni a lo superficial ni a lo
profundo, ni a las trivialidades ni al sentido de la vida.
Pinocho se niega a ceder ante el chantaje. No quiere
renunciar al horizonte vital que ha adquirido, que le va madurando, haciéndolo
mejor persona, capaz de relaciones cualitativamente superiores.
La reacción de los chicos era de esperar: la acción sustituye
a las palabras. Finalmente llega la pelea. Primero a golpes, luego se
ejercitarán en el lanzamiento de libros.
Un chico, Eugenio, recibe un golpe en la cabeza y cae como
muerto. Todos son presa del miedo. Todos huyen y dejan solo a Pinocho con
Eugenio. A poco que se piense se ve que la reacción es tremendamente lógica.
Eugenio estaba con la pandilla, pero lo que les une no es algo perteneciente al
plano profundo de la vida, como podría ser la amistad, que implica preocuparse
por el otro, cuidarlo y gestos por el estilo. Lo que les une es la coincidencia
de intereses, que permite disfrutar juntos pero no forja relaciones sólidas ni
personalidades firmes, responsables.
Por el contrario, Pinocho lleva tiempo formándose,
estudiando, es decir, esforzándose por construir su vida de un modo valioso.
Por eso, aunque también estaba con Eugenio y los demás por coincidencia de
intereses, él sí es un poco mejor, él sabe que no se puede escurrir el bulto
cuando algo ha salido mal. Sabe que también en la diversión comparece entera la
persona y uno es responsable. Hay que ayudar al herido. Él permanece junto a
Eugenio porque él es bueno.
También tiene miedo. No sabe qué hacer ni cómo está Eugenio.
En ese estado le encuentran los guardias. El libro que ha herido a Eugenio
pertenece a Pinocho que es, además, el único que hay. Todo parece indicar que
es culpable y lo llevan preso: «Pinocho topa con la justicia sólo cuando es
inocente y víctima; en esto, Atrapabobos
no se diferencia de las Abejas
industriosas: son dos muestras de orden social» (Manganelli, Pinocchio: un libro parallelo, 117). La
mujer del César no sólo ha de ser virtuosa, también ha de parecerlo. Es
importante darse cuenta de que el orden social requiere el respeto a las
“apariencias”.
De camino al pueblo, Pinocho huye mediante una estratagema.
Los policías le azuzan un mastín. El perro corre más que Pinocho y ambos
«levantaban en el camino una polvareda tal que a los pocos minutos no se pudo
ver nada», de modo que tendremos que esperar al próximo capítulo para ver en
qué acaba esta persecución.
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