Hombre muerde perro
Manuel
Ballester
Al parecer hay acuerdo
entre el gremio de los periodistas sobre lo que vende y no vende, sobre lo que
se puede y lo que no se puede publicar. No se trata de hablar ahora de Pedro J
y el 11-M, no vayamos a herir susceptibilidades y hacernos daño.
Es más simple:
"Perro muerde hombre" no interesa, no vende, no es buen titular. Pero
"Hombre muerde perro", eso sí.
Va a ser cuestión de
lenguaje. Lo que se quiere decir con la afortunada expresión es que lo normal,
lo habitual (perro muerde hombre) no llama la atención y no vende. Pero resulta
que no todos los perros son iguales. Basta pensar en Milou o Pluto, Rin-tin-tin
o Scooby Doo, Idefix, Pancho o cualquiera de los dálmatas. Que hay perros y
perros y cada uno tiene sus cosas. Y de tipos de hombres para qué hablar. De
modo que lo que es normal para Snoopy puede no serlo para Lassie o, lo que es
lo mismo, depende de quién haga qué, tendremos o no noticia.
Así que es cuestión de
afinar y de atinar. Y depende del olfato del buen periodista detectar qué
mordedura es trivial y anodina, y cuál constituye un acontecimiento reseñable. Asunto,
por tanto, de sensibilidades y contextos. Hay que tener, en definitiva, un
cierto conocimiento de la materia sobre la que se trata porque si no, uno no
sabe determinar qué es normal y qué es rarito. Veamos algunos ejemplos
facilitos, de asuntos cuyo conocimiento está al alcance de casi cualquiera.
Me llegan noticias de un
congreso de expertos en educación entre los que, curiosamente, no hay ni un
profesor. Algo así como si entre los expertos en medicina no hubiese médicos, o
como si algún hombre mordiera persistentemente a los perros. Pura normalidad,
¿verdad?
Siguiendo con la
educación. Podríamos presumir que lo suyo es que, mientras los expertos
reforman la contrarreforma educativa, los profesores enseñen a sus alumnos y,
como consecuencia, éstos obtengan buenos resultados académicos Sin embargo, ahí
tenemos lo que recoge Inger Enkvist en su excelente libro La buena y la mala educación donde leemos que el año 2003 se declaró una huelga de enseñanza en
el país vecino (y por "país vecino" me refiero a Francia, claro); los
profesores «se pusieron en huelga durante los dos meses anteriores a las pruebas
finales de bachillerato. A pesar de la huelga en cuestión, el porcentaje de
aprobados aquel año aumentó del 80 al 82%». ¿Hombre mordedor o mordido? Porque parece que los alumnos, tras varios
meses sin asistir a clase, sin ser asesorados, orientados, tutelados
¡obtuvieron mejores resultados! A ver si la explicación va a ser que cuando los
alumnos vieron que su futuro dependía menos del sistema que de ellos, de su
esfuerzo, se pusieron a estudiar y ¡oh, sorpresa! ¡aprendieron! Uno siempre
puede hacerse el sueco y considerar esta interpretación como sesgada por el
pensamiento liberal que sostiene, como es sabido, que los individuos se sacan
las castañas de fuego mucho mejor cuando el Estado, el sistema, el aparato, no
les estorba. Habrá otras explicaciones, y no faltarán "expertos" en
educación que acaben encontrándolas, como es normal.
Otra perla de la
normalidad, de perro mordedor, es el devoción con que la cofradía de expertos
saca en procesión la santísima "implicación de los padres". Normal
que los padres se impliquen en la educación de sus chiquillos. Normal que si no
se implican sus chiquillos sean solidarios, ególatras ecólatras y demás
zarandajas del adoctrinamiento progre pero no sepan multiplicar (o eso dice Pisa) porque en la escuela si plantean
un problema en que se compran chuches, chicles y piruletas andan más
preocupados en si el comprador es niño o niña que en que sepan sumar,
multiplicar y demás asuntos en los que los padres implicados tendrán que ocupar
su tiempo o su dinero. Si los padres están ahora que trinan con el asunto, no
quiero perderme yo cómo se las van a ingeniar para tomarles las tablas de
multiplicar a sus retoños en inglés. Porque eso está ya a la vuelta de ahí
mismo, just around the corner, y más
de uno va a acabar de los nervios, para morderle al primero que pase, sea perro
o experto educativo.
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