El monstruo de lo
políticamente correcto, la imposición de ideologías que son cabezas de esa
hidra, está siendo posible entre otras causas porque el hombre actual ha
rendido su capacidad de pensar por sí mismo (y los que más, los que reivindican fanáticamente
el monopolio de esta bandera) y se ha habituado al “realismo” de que “esto es
lo que hay”, siendo esto la mayor parte de las veces, lo peor, lo que más bien
reclama rechazo y reforma.
La persona es, dice Kant,
siempre digna de respeto. Radica su dignidad en que está hecha para el bien y
la verdad. Puede equivocarse, claro. Porque también está hecha para ser ayudada
y para rectificar. Ahí también radica su grandeza y su dignidad.
Ah, y es libre. También puede
elegir mal. Puede elegir el mal, puede ser “realista”. Pero entonces ya no es
tan grande ni tan digna.
En fin, cada paso del camino
nos acerca a nuestro destino.
Algo de esto le entiendo
a Vargas Llosa. Y ahí lo dejo. Por si interesa:
«Hay muchas maneras de definir lo respetable. En lo
que a mí se refiere, me merece respeto el intelectual o el político que dice lo
que cree, hace lo que dice y no utiliza las ideas y las palabras como una
coartada para el arribismo».
Mario Vargas Llosa, El pez en el agua
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