miércoles, 17 de enero de 2018

La persona, entre la dignidad y el realismo

El monstruo de lo políticamente correcto, la imposición de ideologías que son cabezas de esa hidra, está siendo posible entre otras causas porque el hombre actual ha rendido su capacidad de pensar por sí mismo (y los que más, los que reivindican fanáticamente el monopolio de esta bandera) y se ha habituado al “realismo” de que “esto es lo que hay”, siendo esto la mayor parte de las veces, lo peor, lo que más bien reclama rechazo y reforma.
La persona es, dice Kant, siempre digna de respeto. Radica su dignidad en que está hecha para el bien y la verdad. Puede equivocarse, claro. Porque también está hecha para ser ayudada y para rectificar. Ahí también radica su grandeza y su dignidad.
Ah, y es libre. También puede elegir mal. Puede elegir el mal, puede ser “realista”. Pero entonces ya no es tan grande ni tan digna.
En fin, cada paso del camino nos acerca a nuestro destino.

Algo de esto le entiendo a Vargas Llosa. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«Hay muchas maneras de definir lo respetable. En lo que a mí se refiere, me merece respeto el intelectual o el político que dice lo que cree, hace lo que dice y no utiliza las ideas y las palabras como una coartada para el arribismo».


Mario Vargas Llosa, El pez en el agua

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