Si hemos de creer a
Platón (que, en eso, coincide plenamente con Aristóteles) los animales y los
dioses tienen en común la certeza en el saber: saben sin indagar, tienen a mano
el conocimiento que necesitan.
Los demás tenemos que
buscar para aclararnos. Los demás, en otros términos, tenemos la tarea vital de
buscar amorosamente la sabiduría, que en eso consiste la filosofía.
La tarea del filósofo es,
pues, quehacer que tiene que ver con aclarar, con salir de la caverna y el
embrollo para vivir en la luz y la claridad.
Asunto complejo, a juzgar
por algunos argumentarios de sedicientes pensadores que, más que cooperar a esa
tarea tan humana, parece impulsar la sedición respecto a ella.
Algo de esto dice Ortega,
si lo entiendo bien. Y ahí lo dejo. Por si interesa:
«la claridad es la
cortesía del filósofo»,
Ortega y Gasset, El hombre y la gente
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