Parte de madurar consiste en aceptar que llegamos tarde a
los asuntos importantes. De nuestra vida, del mundo, de la cultura y la vida en
general. Nos incorporamos a una conversación que la humanidad mantiene desde
hace milenios. Asumido esto, tiene sentido esforzarse sosegadamente por enterarse de qué va todo esto.
Algo de esto le entiendo a Gabriel Zaid. Y ahí lo dejo. Por
si interesa:
«El apetito por seguir una conversación que no se entiende es un síntoma de salud, no de falta de preparación. La disciplina es buena al servicio del apetito, no en lugar del apetito. Sin apetito, no hay cultura viva»,
Zaid, G., Los libros y la conversación, p. 114
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