El hombre es fascinante. Ha hecho cosas fantásticas.
Como un orden social donde impera la ley, donde se juzga a
la gente por lo que hace y no por lo que piensa o lo que es, donde hay libertad de expresión,
donde el Estado garantiza la protección de los derechos, propiedad, vida y
libertad de los individuos.
El hombre ha hecho la civilización, en suma.
La civilización, producto humano, igual que se ha hecho
puede des-hacerse. O algo de esto le entiendo a Rousseau cuando afirma que
«Todo lo que han hecho los hombres, los hombres pueden destruirlo;
Tout ce qu’on fait les hommes, les hommes peuvent le détruire», Emilio o de la educación.
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