No es fácil acertar.
Quien aspira a poco, puede vivir plácidamente en sus
pequeñas victorias. Es una vida tranquila: el mundo no tiene arreglo y sólo da
quebraderos de cabeza. Il faut cultiver notre jardin, hay que dedicarse a lo que
podemos controlar sin grandes aspavientos, concluye con pesimismo Voltaire.
Quien
aspira a mucho, puede fracasar y eso duele. También fracasan algunos de cortas aspiraciones.
Quien
aspira a mucho, puede conseguir mucho. Casi siempre por debajo de sus aspiraciones,
pero mucho. Por eso, si lo entiendo bien, Maquiavelo es partidario de aspirar
por encima de las propias posibilidades.
Ahí
lo dejo. Por si interesa:
«el hombre prudente debe intentar siempre seguir
los caminos batidos antes por los grandes hombres; e imitar a aquellos que han
sobresalido de manera extraordinaria sobre los demás, para que aun cuando su
virtud no alcance la de estos, se impregne, al menos un poco, de su aroma; y
debe hacer como los arqueros prudentes, que cuando el lugar que quieren
alcanzar les parece demasiado alejado, conociendo además hasta dónde llega la virtud
de su arco, ponen el punto de mira muy por encima del lugar de destino, no para
alcanzar con su flecha tanta altura, sino para poder, con la ayuda de tan alta
mira, llegar al lugar que se hayan propuesto;
debe uno uomo prudente
entrare sempre per vie battute da uomini grandi, e quegli che sono stati
escellentissimi imitare: acciò che, se la sua virtù non vi arriba, almeno ne
renda qualque odore; e fare come gli arcieri prudenti, a’ quali parendo el
luogo dove desegnano ferire troppo lontano, e conoscendo fino a
quanto va la virtù del loro arco, pongono la mira assai più alta che il luogo
destinato, non per aggiugnere con la loro freccia a tanta alteza, ma per potere
con lo aiuto di sì alta mira pervenire al disegno loro»,
Maquiavelo, El príncipe, Cap. VI, 50-53.
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