jueves, 20 de mayo de 2021

¿Cómo hacer lo que no sabemos hacer?

 



 

 Historia de una gaviota ... 13

8.2. ¿Cómo hacer lo que no sabemos hacer?

 

Entre el huevo y la tortilla media una promesa, una responsabilidad. Es técnicamente posible hacer
una deliciosa tortilla pero no todo lo posible es conveniente.

¿Qué hay que hacer? ¿Qué se ha prometido? En primer lugar, Kengah le había pedido: «Prométeme que no te comerás el huevo». Y Zorbas había prometido. Con ayuda de Colonello, primera promesa cumplida.

En segundo término, se trataba de «cuidar el huevo hasta que nazca el pollito». Es fácil. Todas las aves saben cuidar un huevo. Pero Zorbas es un gato: «¡no sé cómo cuidar un huevo! ¡Nunca antes he tenido un huevo a mi cuidado! -maulló desesperado Zorbas».

Zorbas no sabe cuidar un huevo. Prometió hacer algo que no sabe hacer porque nunca antes lo había hecho. Puede parecer paradójico, sorprendente y extraordinario pero se trata de lo que le ocurre a todos los padres: nunca antes habían amamantado, dado de comer, enseñado a hablar, a andar… Todos hacemos cosas, continuamente, que no habíamos hecho antes. No todas las hacemos bien, ni a la primera; pero las vamos haciendo.

Ahora, una vez que se ha tomado la decisión correcta sí que se pueden integrar las otras perspectivas:
«todos miraron a Sabelotodo. Tal vez en su famosa en-ci-clo-pe-dia hubiera algo al respecto». En este nivel de conocimiento, propio de la ciencia, lo mismo se cocina un huevo que se lo incuba: las ciencias son saberes que descubren las leyes que rigen la cocina y también el desarrollo de un polluelo en el interior de un huevo; por eso precisamente, las ciencias deben supeditarse a un saber superior que, por
definición, no será científico y versará sobre “los asuntos humanos”.

Irán a consultar la enciclopedia, a informarse con más detalle. Pero de momento está claro que el cuidado del huevo, el desarrollo del polluelo, depende de la cercanía, del calor corporal. Zorbas tendrá que «echarse junto al huevo, pero sin romperlo»; los demás volverán con más tarde con lo averiguado, y sepultarán a Kengah.

El gato se siente ridículo incubando un huevo, piensa en las burlas que le dedicarían los gatos con los que se encontró por la mañana. «Pero una promesa es una promesa y así, calentado por los rayos del sol, se fue adormeciendo con el huevo blanco de pintitas azules muy pegado a su vientre negro».

 


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