jueves, 13 de mayo de 2021

Zorbas comienza a cumplir sus promesas

 




 

 Historia de una gaviota... 12

 

8.1. Zorbas comienza a cumplir sus promesas

 

Los problemas que intenta resolver Zorbas ya no existen. Kengah no tiene hambre, ni está cansada ni serviría de nada limpiarle el petróleo. Su cuerpo sin vida pone de manifiesto que la vida está llena de problemas, pero la vida no es el conjunto de problemas. Es otra cosa.

Colocan cuidadosamente el cuerpo inerte y, «al moverla, descubrieron el huevo blanco con pintitas azules».

Zorbas había hecho una promesa. A la ligera, ciertamente; para no agravar el estado en que se encontraba la gaviota; sin intención de tomarlo en serio, quizá; sin pensar que podría ser verdad lo que la pobre gaviota decía, sin duda; prometió sin comprometerse verdaderamente, en definitiva.

Las condiciones en que se hizo la promesa fueron un poco particulares, pero el caso es que prometió y, como es un buen gato, no le valen excusas: él responderá aunque prometió algo que no sabe cómo cumplir: «¿Qué voy a hacer con el huevo?».

Sus amigos vuelven a enfocar la cuestión reflejando sus respectivas perspectivas. Colonello le señala la obviedad de que está en un lío, «¡En un buen lío».

Secretario, más pragmático, no ve el lío, no ve la promesa, no ve el agobio de Zorbas. Ve el huevo y, aunque más ciego que Colonello frente a la situación global o, quizá, precisamente por eso, ante el huevo es más preciso: «Con un huevo se pueden hacer muchas cosas. Una tortilla, por ejemplo». Sabelotodo ya puede seguir esa pista e investigar, en la Enciclopedia, cómo hacer una tortilla.

Está en un lío. Pero sólo porque ha decidido cumplir la promesa. Si se comieran el huevo, ¿quién se iba a enterar? Kengah no puede reclamar nada; el polluelo, menos. Nadie se enteraría, ¿nadie? Zorbas sabría que no ha cumplido, que ha optado por lo cómodo. También los otros gatos sabrían que Zorbas no es un gato de fiar.

Pero sobre todo lo sabría Zorbas. Y sería verdad, porque el hombre es un ser que se va haciendo a sí mismo a golpe de sus decisiones, de sus acciones. Lo que de verdad somos es lo que hacemos, «el verdadero ser del hombre es su obrar, su acción; Das wahre Sein des Menschen ist (vielmehr) seine Tat; in ihr ist die Individualität wirklich» dice Hegel en La fenomenología del espíritu.

La calidad de cada hombre es patente en primer lugar ante sí mismo y ante quienes lo conocen y lo quieren, ante sus amigos. Zorbas no puede fallar a la gaviota, no puede faltar a su palabra porque sería fallarse a sí mismo ante los otros gatos.

La perspectiva de Colonello es ahora la correcta, no la pragmática de Secretario ni la erudita de Sabelotodo: «Zorbas prometió a esa pobre gaviota que cuidaría del huevo y del polluelo. Una promesa de honor contraída por un gato del puerto atañe a todos los gatos del puerto, de tal manera que el huevo no se toca».

Es verdad que con un huevo se puede hacer una tortilla; también es verdad que hay que aprender a hacerla. Pero aquí la verdad fundamental reside en que se ha adquirido un compromiso. Esa es la verdad sobre la que hay que articular la acción. Esa es la verdad que respeta todos los aspectos del objeto (el huevo en este caso) y del sujeto y, por eso, discierne qué hacer.

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