El programa de Los grandes libros, en la encrucijada de la civilización
occidental
Manuel Ballester
Una cultura es un ámbito vital que acoge y enseña a pensar y
sentir el mundo de una manera determinada. La cultura educa al hombre, lo
libera de la mera naturaleza abriéndole ese mundo de posibilidades, de
libertad, que es la comunidad civil y política.
La cultura occidental echa a andar entre Atenas y Jerusalén, con Grecia y Roma por un lado y la aportación del cristianismo por otro. A lo largo de los últimos milenios ha ido desarrollándose esta matriz. Lo que fue espíritu y acto se ha consolidado en hábito e institución; lo que fue impulso a veces se ha enriquecido, otras se ha perdido. Porque la civilización es obra humana. Racional y vital, por tanto; dinámica, en suma. En caso contrario será obra muerta.
La vitalidad experimenta tensiones en todos sus niveles,
desde el vegetal hasta el espiritual. El equilibrio no consiste en suprimir los
elementos en colisión. La armonía es la integración, entonces hay música,
cultura, vida y progreso.
A partir de los años 20 del siglo XX se va produciendo en
algunas universidades de EEUU un debate en torno a dos aspectos que, quizá, no
sean tan distintos. Por una parte hay la preocupación sobre la excesiva especialización
de los saberes; a ello alude lúcidamente Ortega y Gasset en La rebelión de las masas (1930) en el
capítulo “La barbarie del especialismo”: el especialista, dice Ortega, sabe cada vez
más de menos. Se corre el riesgo de que la universidad pierda su misión
“universal”, su tarea de proporcionar a sus alumnos un conocimiento general, y
acabe formando analfabetos manipulables con gran instrucción en el ámbito
técnico de su especialidad.
No
es que la barbarie de la superespecialización traicione el espíritu de la
universidad. Es que quizá traicione también la esencia de nuestra civilización.
Porque la cultura occidental se ha construido sobre la confianza en la mente
humana para el conocimiento universal del mundo físico y del mundo humano. Si
el saber técnico me convierte en un experto y me permite ganarme la vida, el
saber sobre “lo bueno y lo malo” para el hombre me permite llevar una vida
digna de ser vivida, una vida plenamente humana.
Todos
somos ignorantes respecto a la multitud de ciencias; algunos ignoran todas las
ciencias excepto la suya; pero todos ignoramos al menos la mayoría. Y eso es
razonable y normal. Pero si ignoramos qué es noble y qué indigno, si no sabemos
cómo enfocar las relaciones con la gente que nos rodea, si enfocamos mal la
nuestra educación sentimental, si… entonces fracasamos como seres humanos.
Como decíamos, a partir de los años 20
del siglo XX se va produciendo en algunas universidades de EEUU un debate en
torno a estas cuestiones. El motivo es el auge del llamado multiculturalismo,
la crítica al etnocentrismo, la reivindicación de las minorías y otros aspectos
relacionados.
En ese contexto surge un movimiento que subraya la
importancia de profundizar en los pilares de nuestra cultura. En general. Y
también en el ámbito de la formación universitaria.
Harold Bloom (1930-2019) es uno de los autores emblemáticos
en ese sentido. En El Canon occidental
(1994: The
Western Canon: The Books and School of the Ages) propone un catálogo de libros preceptivos para entender
nuestra tradición cultural. Obviamente, la batalla cultural en la que estamos,
se ha puesto de manifiesto acusando a Bloom (y a otras listas de Grandes libros
que se han propuesto) de hacer una lista de “deat white men”, hombres (no
mujeres) blancos (no otras etnias) muertos (no recientes). La batalla continúa.
Algunas universidades han
puesto en marcha un programa basado en Los grandes libros. Puesto que este
movimiento tiene su origen en EEUU, la mayoría de universidades que lo ofrecen
están radicadas allí. Pero las hay también en otras partes del mundo
occidental.
Con el sugerente título de
“El susurro al oído”, la Universidad de Valencia (España), en colaboración con
el IECO (Instituto para la Ética en la Comunicación y las Organizaciones) y la
Cátedra de Ética Empresarial IECO-UV, está llevando a cabo estos días la
tercera edición de su programa de Grandes Libros.
El lema elegido para esta
edición alude a la necesidad de ejercitarse en el silencio y la apertura.
Porque sin apertura a lo que viene de los otros podemos ser modernos pero
caeremos en el solipsismo, en el empobrecimiento espiritual al que alude El cierre de la mente moderna (Allan
Bloom, The Closing of the American Mind:
How Higher Education Has Failed Democracy and Impoverished the Souls of Today's
Students, 1987). Y sin silencio hecho de atención no podremos admirar la
grandeza de nuestro interior, de nuestra conciencia. Porque es ahí donde suele
hablar Dios con claridad y en susurro. Pero hay que discernir qué viene de
fuera, qué de nuestro bullir interior y qué, finalmente, viene de lo alto. Hay
que educar el oído para distinguir y disfrutar adecuadamente de las diversas
músicas que la realidad nos regala.
El susurro al oído aprovecha la actual pandemia para brindar la posibilidad de asistir también
mediante videoconferencia y participar en el coloquio posterior.
Más información: https://iecoinstitute.org/3o-curso-el-susurro-al-oido/
Publicado en Aleteia, 20 Junio 2021:
https://es.aleteia.org/2021/06/20/los-grandes-libros-en-la-encrucijada-de-la-civilizacion-occidental/
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