domingo, 5 de febrero de 2023

Dar la batalla a la realidad es necesario, a veces. Es divertido, siempre

 


Dar la batalla a la realidad es necesario, a veces. Es divertido, siempre.

 

A propósito de Javier Corbalán, Creatividad. Desafiando la incertidumbre, Prisacolecciones, 2022.

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

El ser humano es algo fascinante. Al parecer estamos suficientemente dotados no sólo para sobrevivir sino para vivir y vivir bien. Para bajar de los árboles, pintar las cuevas, construir las pirámides, los rascacielos y los cohetes espaciales. Este tránsito que Kubrick muestra magistralmente en la célebre escena inicial de 2001, odisea del espacio y que es un algo que impulsa al ser humano a no resignarse ante lo que hay. Se debe a algo que los psicólogos están estudiando desde hace setenta años bajo el nombre de creatividad y que es más fácil de identificar que de definir.

Javier Corbalán, en Creatividad. Desafiando la incertidumbre recoge un amplio abanico de definiciones que son expresión de que el asunto interesa y de que ha sido visto desde múltiples perspectivas ya que cada definición mira la creatividad desde un ángulo y, por eso mismo, subraya un aspecto relevante.

Pero necesitamos un punto de apoyo. Podría ser este: creatividad es la «tendencia a “presentar batalla” a la realidad y a no darla por buena sin más» (pp. 42-43).

Las preguntas surgen a borbotones: ¿se nace o se hace? ¿es algo de todo el mundo o sólo de los genios? ¿sólo los artistas o en cualquier ámbito? ¿se confunde con la inteligencia, es un aspecto suyo y, por tanto, a mayor inteligencia mayor creatividad? ¿qué pasa con el ámbito afectivo del creativo? más aún, ¿hay creatividad en el ámbito emotivo?

El libro no elude ninguna de estas y otras cuestiones que han ocupado a los expertos en los últimos tiempos. Supone una magnifica introducción divulgativa a la cuestión: es un primer paso para hacerse cargo de la historia del problema y del status quaestionis, de la situación actual de la investigación sobre creatividad.

Por referirnos a alguna de los asuntos indicados, podemos recordar lo que Descartes dice del bon sens, que es «la cosa mejor repartida del mundo: todos piensan que están bien provistos» y con la creatividad podría pasar algo así: todos somos creativos. Esto parece ser así ya que, señala Corbalán, todos somos creativos, pero unos somos más creativos que otros. Hay, por decirlo así, una creatividad cotidiana, doméstica, pero hay también una creatividad extraordinaria tanto por el objeto sobre el que se ejerce cuanto por las consecuencias que reporta para la historia humana.

Y es que es un rasgo ingénito, se nace con él, pero no todas las posibilidades con las que nacemos acaban desarrollándose y desplegando su plenitud. Hay, por decirlo con términos actuales, nurture and nature, naturaleza y crianza: se nace con disposición a la creatividad pero se requiere también un estímulo externo, la célebre “mano de nieve” de la rima de Bécquer, que tense la cuerda y la haga vibrar armónica, bella y eficazmente. Necesitamos que la realidad se ponga ante nosotros y emprendamos la batalla.

Necesita el creativo, en suma, que la realidad no se presente como algo cerrado, clausurado, bueno o malo pero inamovible. No, lo que hay es lo dado (el dato que anhela la mentalidad torpemente científica) pero lo que hay sólo es una de las posibilidades de lo real. Hay, en ese sentido, un punto de especial interés: la distinción entre inteligencia y creatividad. Podría la creatividad ser una modalidad de inteligencia o podría (así parece enfocarlo la psicología actual) ser algo distinto, un impulso hermano, cercano, humano.

Si fuera un tipo de inteligencia podríamos mantener la caracterización típica de homo sapiens y el impulso humano se llamaría creación cuando se enfrenta a la incertidumbre (a lo abierto, a los caminos aún no transitados) y se llamaría inteligencia o razón cuando su objeto fuese otro. Faltaría aún el aspecto conativo del homo sapiens, faltaría entonces una definición del ser humano como la que da Aristóteles cuando lo caracteriza como inteligencia deseante o deseo inteligente. Porque el deseo, eso sí, tiende a lo abierto, a lo que no se posee; y si el deseo es inteligente y humano, tiende a lo que no está pero podría estar. Y algo de esto es el hombre y el hombre creativo, valga la redundancia.

Esa tendencia tan humana es también, según parece, susceptible de ser medida. Que el libro vale la pena se acredita también porque el autor, profesor de Psicología de las diferencias individuales en la Universidad de Murcia (España) es experto en evaluar la creatividad.

Es una obra divulgativa, interesante y divertida. No podía ser de otro modo si es verdad, como afirma Einstein, que «la creatividad es la inteligencia divirtiéndose».



Publicado en Letras de Parnaso, nº 78, Año VIII (II Etapa), febrero 2023, pp. 46-47:

en pdf:

http://www.los4murosdejpellicer.com/EdicionesyPortadasPD/Edicion%2078.pdf

en formato libro:

https://es.calameo.com/read/0005525926756e6796099


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