miércoles, 1 de febrero de 2023

Seductor, burlador, disoluto ¿Don Juan o Casanova? (1)





Seductor, burlador, disoluto ¿Don Juan o Casanova? (1)

 

Entusiasmo por la realidad (16)

 

Manuel Ballester

 

 

 

«¿Qué joven no ha conocido algunos momentos de su vida en los que hubiera sido capaz de dar todo lo que tenía con tal de llegar a ser un Don Juan?».

Así se expresa Kierkegaard en su obra Los estadios eróticos inmediatos o el erotismo musical, dedicada a comprender el Don Giovanni de Mozart y, por extensión, el donjuanismo.

Cuenta Casanova que estando en Praga coincidió con Mozart mientras componía la música del Don Giovanni. Al margen de lo que pueda haber de real en tal coincidencia, lo cierto es que hay quien piensa que Mozart usó las aventuras de Casanova como fuente de inspiración para su ópera. Así lo hace, entre otros, Carlos Saura en su película Io, Don Giovanni (2009).

Sea como fuere, algo hay en las figuras de Don Juan y de Casanova que hace creíble esa suposición. En algo coinciden y en algo se diferencian. Atento a los matices, me sugiere mi amigo Ignacio Temiño que escriba algo al respecto. Espero que las líneas que siguen estén a la altura de la expectativa.

Las personas y los personajes

Incluso si fuese verdad que Mozart se inspiró en las aventuras de Giacommo Casanova para escribir su ópera, usó el nombre de un personaje, un arquetipo: Don Juan.

Casanova es un individuo (quizá con talante don juanesco) mientras que Don Juan es un tipo humano, un ideal, un personaje, un mito.

Hay quien afirma que el personaje de Don Juan tuvo su fuente de inspiración en personas conocidas (Juan Maraña o el Caballero de Gracia) pero una vez en manos de Tirso de Molina o Zorrilla, entre otros, el mito se desprende de las particularidades de los individuos en los que se inspira para expresar en plenitud un prototipo, un ideal.

Por el contrario, Giacomo Casanova es un individuo concreto, con sus peculiaridades físicas y psicológicas. Y sabemos bastante sobre él o, más precisamente, sabemos bastante de lo que él cuenta sobre sí mismo ya que su obra más célebre es, precisamente, el relato de sus aventuras, de sus 132 conquistas amorosas, en su autobiografía: Histoire de ma vie, conocida como Memorias de Casanova. Se trata de una narración en que habla de sí mismo abordando sin ningún pudor sus múltiples engaños a mujeres. Escrito en francés, la lengua más hablada en Europa, ya que su objetivo es alcanzar gloria literaria.

Igual que en el caso de Don Juan, habría que distinguir rasgos peculiares de Giacomo pero que nada aportan a la “esencia” de Casanova y otros que son elementos fundamentales de ese modo de estar en el mundo que Casanova representa. Pensemos en cuestiones como que a Giacomo prefiriese el pelo más o menos corto, o le gustase tal tipo de ropa, o que disfrutase determinado tipo de comida o que tuviera el hábito de hacer ejercicio y un largo etcétera: es fácil darse cuenta de que tal tipo de rasgos ni suman ni restan al personaje Casanova.

Supongamos que Casanova adquiere la inmortalidad, se hace idea y mito; supongamos que se independiza del donjuanismo y constituye un mito aparte (próximo, sí; pero distinto). Entonces serían comparables ya que el tipo humano de Casanova y el tipo humano del Don Juan comparten semejante estado del alma, similar estilo. Kierkegaard diría que ambos se mueven en el estadio estético, en el plano del goce sensual y sexual. Ambos son, en ese sentido, seductores.

La seducción

Detengámonos brevemente en este punto en el que coinciden: enfocar a la mujer como objeto del deseo, para seducirla y gozarla.

Se-ducir, del latín se-ducere, es estrictamente conducir (ducere) hacia sí (se). El seductor se parece a la araña que teje pacientemente la tela que guía a su presa hacia sí mismo.

El deseo es deseo de infinito, el deseo del seductor es deseo de feminidad. Eso sí, ni Beatriz ni Ana ni Inés son nunca la feminidad. Por eso el seductor salta de una a otra porque ninguna es la feminidad, porque cualquiera tiene algo de lo que él desea pero ninguna lo tiene todo, ninguna puede saciarlo.

Por eso el seductor, en un cierto sentido, viaja por la vida “haciendo descubrimientos” y, en otro sentido, el seductor es un conquistador, «un caballero que va derecho a la conquista –veni, vidi, vinci-. El descubrimiento y la conquista son aquí idénticos. Hasta cierto punto podemos decir que Don Juan olvida el descubrimiento en favor de la victoria; o, si se prefiere, que el descubrimiento es una cosa que él deja atrás».

La seducción es esencial a Casanova y a Don Juan. Kierkegaard le dedica un libro entero (Diario de un seductor) a mostrar el trajín, el despliegue de habilidad, las estrategias que el seductor lleva a cabo para asediar, convencer y conquistar. Y tras la victoria, tras gozar de la dama, dejarla atrás y seguir descubriendo nuevos horizontes. El se-ductor conduce a su víctima, como queda dicho, hacia sí mismo. Porque el seductor lo que quiere es gozar, a quien quiere es a él mismo.

En ese sentido parece entenderlo Lorenzo Da Ponte, autor del texto al que pone música Mozart, ya desde el mismo título: Don Govanni o Il dissoluto punito (1787). Don Juan y Casanova serían, desde esta perspectiva en la que coinciden, unos disolutos, unos burladores que, como corresponde, son finalmente castigados (puniti).

La tradición que entiende a Don Juan como burlador, disoluto, conquistador, es amplia. Recordemos, por ejemplo, El hermano Juan o el mundo es teatro (1934) donde Unamuno presenta a Don Juan como un seductor por falta de capacidad para el amor verdadero; en el mismo sentido hay que leer el capítulo que Camus dedica al donjuanismo dentro de El mito de Sísifo, Ensayo sobre el absurdo (1942) donde lo considera un héroe absurdo, una especie de Sísifo en el ámbito de la sensualidad.

Y es que, para cerrar esta primera aproximación, quizá haya que caer en la cuenta que amar y desear no son exactamente lo mismo. No están en el mismo plano y, quizá al pensar esa diferencia podamos distinguir los respectivos mitos de Don Juan y Casanova. Pero esto es asunto que ha de esperar a la próxima entrega.


Publicado en Letras de Parnaso, nº 78, Año VIII (II Etapa), febrero 2023, pp. 22-23:

en pdf:

http://www.los4murosdejpellicer.com/EdicionesyPortadasPD/Edicion%2078.pdf

en formato libro:

https://es.calameo.com/read/0005525926756e6796099



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