El contacto con la realidad enseña que nuestras acciones tienen consecuencias; que quien tropieza, cae y se hace daño (al margen de la intención y de la dignidad del caminante).
Hay quienes viven protegidos, privados del contacto con la
realidad, elevados y, por eso mismo, desorientados.
Algo de esto le entiendo a Manzoni cuando afirma que
«Los señores, quien más, quien menos, unos de un modo, otros
de otro, todos están algo tocados;
I signori, chi più, chi meno, chi per un verso, chi per un altro, han
tutti un po’ del matto»,
Manzoni, A., Los novios (I promessi sposi), X.
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